En la cámara baja de la Asamblea Federal rusa cursa un polémico proyecto de ley que permitiría a ese país quedarse con los negocios de las empresas occidentales que hacen las maletas para marcharse como represalia a la invasión a Ucrania que empezó hace tres meses.
La medida contempla modificaciones a las leyes que amparan la propiedad de locales comerciales allí, entre ellas la posible intervención de Rusia cuando observe que hay un riesgo para el empleo y su economía, lo cual supondría trabas para nuevas firmas que piensen abandonar ese territorio, según referencia Reuters.
“El proyecto de ley allana el camino para que Rusia designe administradores sobre empresas propiedad de extranjeros en países ‘enemigos’, que quieren abandonar Rusia a medida que el conflicto con Ucrania arrastra su economía”, dice Reuters.
La iniciativa es preocupante toda vez que entre esos países “enemigos” están las más importantes potencias europeas y Estados Unidos, que han castigado a Rusia con bloqueos y salida de empresas, y también están detrás de los oligarcas provenientes de ese territorio y todos sus activos.
Y es que en los últimos tres meses la lista de las marcas que partieron es larga. McDonald’s, por ejemplo, dijo hace unos días que está en el proceso de vender todo su negocio en Rusia, donde contaba con una fuerza laboral de 60.000 personas y tenía presencia desde hace 30 años.
En la misma dirección, Starbucks decidió cesar su operación allí. Luego de parar labores parcialmente en las 130 sucursales rusas, optó por poner punto final a sus labores y con esto 2.000 empleados quedaran a la deriva, aunque no obstante la cadena les seguirá pagando sueldo por seis meses más.
Coca-Cola, Toyota, Airbnb y Renault, entre muchas otras, también hacen parte del grupo de las marcas que abandonaron el país. Todas esas movidas ineludiblemente le han pegado al bolsillo de las multinacionales occidentales, que en conjunto han perdido alrededor de más de US$100.000 millones tras cesar sus negocios.
Además, las empresas que no han salido del todo de Rusia también están en incertidumbre por el proyecto de ley de la cámara baja. IKEA o Burger King todavía están allí y su futuro no es claro. Y eso que estás son las de renombre, pues el qué pasará tampoco es claro para multinacionales más pequeñas.
Al respecto, el gobierno ruso ha negado que su iniciativa constituya una nacionalización de cadenas occidentales. Vladimir Putin, presidente de Rusia, manifestó que, en cambio, la salida de firmas foráneas puede ser para bien.
“Muchos de nuestros socios de Europa, por ejemplo, anunciaron su salida. Si miramos a las (empresas) que se van, puede ser para bien”, dijo el mandatario, en palabras recogidas por la Agencia EFE.
A la fecha más de 1.000 organizaciones partieron de Rusia, varias con carácter definitivo, y el país busca componer el rumbo económico apelando a todas las maniobras.