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El estallido

Los desacuerdos internos en los partidos políticos los están reventando.

hace 1 hora
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  • El estallido

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Los desacuerdos internos en los partidos políticos los están reventando. El expresidente Pastrana abre la temporada de vendavales para volver trizas al candidato conservador Efraín Cepeda. Descalifica su militancia goda al afirmar tajantemente que “no es conservador”. Le clava más pullazos: “Tiene poder en el gobierno Petro. Sigue actuando en el gobierno y es parte del gobierno”. Lo bautiza como “petroconservador”. Es decir, lo pone en la escala de los activistas vergonzantes.

Por otro lado, el otro aspirante a la Presidencia por los conservadores, el excontralor Carlos Felipe Córdoba, con gran desparpajo sostiene que “no hago parte de ningún partido”. Entonces, si no hace parte de ningún partido, deduciendo por simple lógica, ¿qué hace representando a ese partido como aspirante a la Presidencia? Es la inconsecuencia propia del arribismo, de la falta de sindéresis y principios con que se hace hoy política en Colombia.

Por el lado del Centro Democrático las cosas también se enredan. La encuestadora que iba a dar el veredicto final para la escogencia de su candidato fue dinamitada por Miguel Uribe Londoño, quien como aerolito destructor cayó como precandidato. La carta de presentación fue la de recoger las banderas de su hijo Miguel, vilmente asesinado por los sicarios que hoy se mueven con patente de corso por todas las calles de Colombia. Se agarró epistolarmente con el presidente de ese partido, Gabriel Vallejo, quien a su vez fue apoyado por las tres mujeres que le coquetean a la candidatura oficial del partido de Álvaro Uribe, ahora obligado a templar las riendas de su desbocada colectividad. Al tiempo, una alta proporción de esa organización política vuelve su mirada tanto hacia la extrema derecha de Abelardo de la Espriella, como hacia otra parte más reducida, al centro derecha de Juan Carlos Pinzón.

Por el lado de la llamada Fuerza de las Regiones, la cosa tampoco está color de rosa. Uno de sus miembros, el señor Olimpo Espinoza, tiró anticipadamente la toalla. Es el grupo más débil de las cartas antipetristas que están en la mesa de las apuestas. Espinoza era quizá el que contaba con algo de fuerza en esa descolorida baraja por cuanto proviene de la Costa Caribe, que sueña volver a regir alguna vez la Jefatura del Estado. En contraste con toda esta confusión de las derechas, la extrema izquierda revela mayor coherencia. Rodea, así sea tragando sapos, a su candidato Iván Cepeda, muy recordado ahora en redes sociales con fotografías abrazado a figuras reconocidas de la subversión colombiana.

Todas esas polémicas personalistas que vive hoy la política y que buscan enfrentar al petrismo, asordinan los acuerdos para lograr los objetivos. Son discordias, como lo sostiene el politólogo León Krauze, “que se tragan el discurso político y se instalan como respuestas constantes y crecientes en las que el oponente se volvió enemigo”. Se sigue conviviendo en la querella doméstica con esa cadena con la cual se ahorcaría el viejo establecimiento si no logra rectificar sobre las duras experiencias que hoy padece, y reconstruirse para poder volver ser alternativa real de poder.

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