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Las guerras se han venido transformando a lo largo de la historia de la humanidad —algunos consideran que de esto no se debería hablar, porque es ‘alimentar’ el guerrerismo, otros creemos que es una realidad que no debemos ignorar, por eso creamos el Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa en la UN— y en este siglo, en particular, guerras como la de Ucrania han sido ejemplarizantes de las innovaciones de la guerra, empezando por la generalización creciente del uso de drones, pero eso solamente es una parte de los cambios.
Una entrevista de El Gran Continente con unos oficiales rusos sobre ‘la guerra digital’ nos ayudan a ilustrar estos cambios en curso y señalan “ningún experto negaría las transformaciones revolucionarias que han experimentado los asuntos militares, desde la «revolución de los sistemas no tripulados» hasta la «revolución de la guerra de los drones»: transformaciones tan profundas que ahora permiten hablar de una «guerra digital».
Por eso se habla crecientemente de crisis de los dispositivos tradicionales; ese es el motivo, y no una protección insuficiente contra los drones, el que ha provocado la crisis de las fuerzas blindadas... El tanque ha perdido el lugar que ocupaba antes: el de principal medio de avance y maniobra del ejército; igualmente, asistimos a una crisis de la artillería.
Por ello los drones tienen un efecto revolucionario en la ciencia militar. Estos cambios exigen una reforma no solo de las modalidades de acción en combate, sino también de la estructura organizativa de las fuerzas. “La campaña de Ucrania ha puesto fin a casi un siglo de dominio de las representaciones de la guerra mecanizada, propias de las sociedades industriales. En este sentido, la operación militar especial se ha convertido en el primer conflicto armado a gran escala del siglo XXI, lo que supone una revolución en los asuntos militares: la entrada en la «guerra digital».
Los factores principales de la guerra con drones y sus efectos: a) exige una dispersión extrema de las fuerzas y los medios en el marco de combates de muy baja densidad que transformará radicalmente la organización de las tropas y sus modos de interacción; b) se hará imposible cualquier maniobra o concentración de tropas por parte de cualquiera de las partes en conflicto, incluso dentro de su propia profundidad operativa; c) toda guerra plantea enormes dificultades en cuanto al abastecimiento de las tropas; “en el contexto de la «guerra de drones» y de las inmensas «zonas de destrucción total» en toda la profundidad operativa, este problema se vuelve colosal y exigirá soluciones innovadoras, incluso revolucionarias”.
Ahora se está intentando trasladar la mayor parte de las misiones de asalto y disparo a los drones; reducción del tamaño (de 2 a 4 soldados) y máxima dispersión; reducir los combates de infantería y los ataques frontales a las posiciones enemigas. Y señalan “el ejército del futuro no deberá estar estrictamente dividido por tipos de tropas, sino construido como una fuerza multifuncional, lo más unificada e integrada posible, capaz de actuar en todas las condiciones de las guerras modernas.”
Afortunadamente, el actual ministro de Defensa y los Comandantes militares ya están trabajando en eso en nuestro país.
