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Cálculos simples muestran que las ausencias del presidente Petro equivalen a más de 25 días de trabajo. Bastante tiempo sin saber de él.
Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com
Colombia tiene un presidente ausente y las cifras dan cuenta de eso. Son más de 80 eventos y compromisos de agenda en los cuales el presidente de la República ha brillado por su ausencia. Cálculos simples muestran que las ausencias del presidente Petro equivalen a más de 25 días de trabajo. Bastante tiempo sin saber de él. Que fue el tráfico aéreo o el clima, que se alargaron las agendas privadas, que apareció un dolor de estómago, una gripa, en fin. Todos los motivos esbozados están al orden del día para crear un ambiente de justificación a los desplantes a representantes de Estados, magistrados, militares y sus familias, alcaldes, gobernadores, a los empresarios e incluso a las comunidades.
Situaciones justificables, dicen desde el oficialismo. Para otros, asuntos que van más allá porque son actos que alientan la desconfianza con respecto al gobierno y a la figura del propio presidente.
Dice el adagio popular que cuando el río suena, piedras trae. En Colombia, normalmente, el río trae avalanchas. ¿El presidente está enfermo? ¿Su estado emocional lo abstrae de la realidad y de los compromisos asumidos? ¿Hay excesos en su vida que lo inhabilitan para actuar? ¿Sus ausencias son adrede? Todas las preguntan caben y si bien sus respuestas estarían en el plano de las especulaciones, al no haber claridad cada una de ellas alimenta la percepción de desgobierno y acrecientan la percepción de la incapacidad moral y funcional del presidente para dirigir al país.
¿Qué hay de fondo en estas ausencias? El término ausencia expresa la condición de una persona cuando se va de sí y deja en un estado de incertidumbre todo aquello que lo rodea. La palabra proviene del latín absentia, que deriva a su vez de absens, que puede traducirse como “que está fuera del lugar”. Desde un punto de vista más espiritual, la ausencia es un vacío, falta del ser y la psicología considera a la ausencia como la distracción del ánimo respecto a la situación en la que se encuentra un individuo.
La ausencia, entonces, recogiendo el párrafo anterior es, como dicen los filósofos, un juego entre el “yo soy-yo no soy”, “yo tengo-yo no tengo”, que presiona a dejar todo tirado para no asumir responsabilidades. Un juego que lleva a “faltar” en el sentido amplio de la palabra. Saquen sus propias conclusiones.
El filósofo francés Emil Ciorán dijo que en momentos de ausencia la negación impera y que esa negación aprisiona. Un amigo decía que si alguien hace match con una frase de Ciorán es porque el tema es denso y bastante existencial. Si las ausencias de Petro son asuntos existenciales, vaya y venga y si le preocupa a sus seres queridos, muy bien por ellos. Lo cierto es que eso no puede ser el pan de cada día en un sociedad compleja y llena de desconfianza, a la que el presidente le debe responder por aquella obviedad del mandato popular.
Un mandato popular que no necesita gobernantes ausentes.