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Regalar por regalar

En estas horas que quedan, no se precipite y rehúya las compras compulsivas. Busque conmover antes que descrestar.

hace 9 horas
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  • Regalar por regalar

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

Se acerca la fecha y el estrés aumenta. Quedan tres días, si los estiramos cuatro, para comprar los regalos que siempre, a última hora, hacen falta. Y esa presión que nos autoimponemos esperando hasta el último minuto hará que seguro regalemos algo conveniente en lugar de algo significativo. Especialmente ahora que todo se puede comprar en un clic.

Según los historiadores, dar regalos es tan antiguo como la propia humanidad. Nuestros antepasados lejanos se intercambiaban objetos con el fin de asegurar el bienestar y el crecimiento mutuos. Así construían amistades y conexiones, además de relaciones de lealtad y respeto. Obsequiar a alguien era una forma de prevenir relaciones hostiles.

Con el tiempo, surgió una práctica igual de poderosa que era juzgar los regalos y a quien los daba. En la antigua Roma, elegir el regalo correcto era importante. Según los investigadores de la organización English Heritage, “los regalos simbólicos de bajo valor eran una medida de la alta estima que tenías por un amigo”, mientras que los regalos caros “eran una señal de que te estabas esforzando demasiado”.

Entonces ¿dónde está el secreto? En prestar atención. No en el regalo, sino en la persona. Si de verdad le queremos dar un regalo con sentido a alguien, habría que pensar en cómo es su estilo de vida, qué valora, con qué se relaja, cómo vive, cuáles son sus auténticos intereses y pasiones. La clave está en elegir algo que refleje su mundo y no el de uno, para que cuando lo reciba pueda decir “esto soy yo”.

Un buen regalo no tendría que ser ni caro ni extravagante, pero sí muy pensado. Algo costoso, dado sin intención, se siente como una transacción, mientras que un regalo que se elige con precisión se siente como afecto. El primero puede crear obligaciones entre el que da y el que recibe, mientras que el segundo puede reflejar amor, gratitud o recuerdos compartidos.

Y si estos razonamientos parecen demasiado idealistas porque las obligaciones diarias nos atropellan y no encontramos tiempo para nada, aquí van otros argumentos. Regalar por regalar tiene un costo humano. A medida que la demanda de productos se dispara, la presión aumenta para los trabajadores de las fábricas en todo el mundo. Y en muchos casos, estos se enfrentan a malos salarios, abusos y condiciones de trabajo peligrosas.

Luego está el desperdicio. Sólo en Estados Unidos, la cantidad de basura doméstica que se produce entre el día de Acción de Gracias y la Navidad aumenta un 25% con respecto al resto del año. Los estadounidenses también tiran aproximadamente 2.600 millones de libras de papel de regalo cada año. Sólo por visualizar, con eso se podrían cubrir 40 campos de fútbol.

Si regalar es un acto de imaginación, de atención y de observación, los mejores regalos hacen que quien los recibe se sienta visto. Así que en estas horas que quedan, no se precipite y rehúya las compras compulsivas. Busque conmover antes que descrestar.

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