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Lo que sí sorprende —y, en mi criterio, preocupa— es que, a un año de las elecciones, Colombia no cuente con mecanismos eficaces para filtrar la viabilidad entre más de 40 precandidaturas.
Por David González Escobar - davidgonzalezescobar@gmail.com
Ahora sí parece que comienza en forma la época electoral y, como ya se ha vuelto costumbre cada cuatro años, Colombia atraviesa un nuevo episodio agudo de candidatitis: no solo las elecciones presidenciales, sino también las de alcaldes y gobernadores, desatan una proliferación incontrolada de aspiraciones que se multiplican con tal abundancia y desorden que resulta casi imposible seguirles el ritmo.
A continuación, una lista no exhaustiva —y que no necesariamente implica que quienes aparecen hayan anunciado oficialmente su candidatura— de todas las personas que, hasta el momento, figuran como posibles aspirantes a la Presidencia de Colombia, ya sea en encuestas, análisis de consultores políticos, medios de comunicación u otras fuentes (en orden alfabético):
Abelardo de la Espriella, Alejandro Gaviria, Andrés Guerra, Armando Benedetti, Camilo Romero, Carlos Amaya, Carlos Caicedo, Carolina Corcho, Claudia López, Daniel Palacios, Daniel Quintero, David Barguil, David Luna, David Racero, Enrique Gómez, Enrique Peñalosa, Francisco Barbosa, Francia Márquez, Germán Vargas Lleras, Gustavo Bolívar, Héctor Olimpo Espinosa, Humberto de la Calle, Iván Cepeda, Jaime Pumarejo, Jota Pe Hernández, José Manuel Restrepo, Juan Carlos Pinzón, Juan Daniel Oviedo, Juan Fernando Cristo, Juan Guillermo Zuluaga, Juan Manuel Galán, Luis Gilberto Murillo, María Claudia Lacouture, María Fernanda Cabal, María José Pizarro, Mauricio Cárdenas, Mauricio Gómez Amín, Mauricio Lizcano, Miguel Uribe Turbay, Paloma Valencia, Paola Holguín, Pierre Onzaga, Roy Barreras, Santiago Botero, Sergio Fajardo, Susana Muhamad, Verónica Alcocer y Vicky Dávila.
Un premio para quien logre distinguirlos a todos... y seguramente alguno se me escapa.
Solo en las más recientes encuestas de intención de voto —realizadas por Invamer, el CNC y Guarumo entre marzo y abril— aparecen 40 candidatos distintos con algún nivel de reconocimiento en las respuestas. Y dentro de esta fragmentación, no hay un solo nombre que, en la pregunta general de “¿por cuál candidato votaría usted si las elecciones fueran este domingo?”, supere el 15%. En la encuesta de Invamer de marzo, entre más de 30 nombres medidos, ni siquiera una decena supera el 50 % de reconocimiento entre los colombianos.
Que a estas alturas no haya un favorito claro para la Presidencia es normal: según encuestas de Cifras & Conceptos, la mitad del país decide su voto apenas seis meses antes de las elecciones, y dos de cada diez colombianos lo hacen en los últimos quince días.
Lo que sí sorprende —y, en mi criterio, preocupa— es que, a un año de las elecciones, Colombia no cuente con mecanismos eficaces para filtrar la viabilidad entre más de 40 precandidaturas. Ante la decadencia e impopularidad de los partidos políticos —que hoy superan los 30 y que en su mayoría carecen de reconocimiento y cohesión ideológica—, y sumado a los incentivos que ofrecen las candidaturas “independientes” por firmas, que permiten iniciar campañas de forma anticipada y con menos controles, la democracia colombiana está perdiendo valiosos filtros de deliberación interna.
El resultado es un sistema electoral cada vez más difícil de seguir para el votante, que favorece el personalismo sobre las propuestas programáticas que podría brindar un partido político serio, llevándonos hacia un modelo más caótico y cada vez más propenso al surgimiento de movimientos populistas y demagógicos.
No todos los más de 40 precandidatos llegarán al tarjetón: muchos, con certeza, nunca arrancarán; otros renunciarán, se adherirán a campañas más fuertes o terminarán participando en consultas internas o interpartidistas antes de la primera vuelta. Sin embargo, más allá del desenlace de esta campaña, es urgente pensar en reformas que ayuden a curar nuestra candidatitis crónica...