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Lo que para algunos es improvisación, para otros es el paso calculado de un político que juega fuerte para obtener grandes ganancias. Del otro lado, en el vecindario, aprenden a leer el torbellino que gobierna la potencia
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
El segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca ha generado, en seis meses, una alteración global con pocos antecedentes en la historia contemporánea. Su repliegue nacionalista, el congelamiento en ayuda exterior y el fin de los contratos de la Usaid, su salida de acuerdos relacionados con el cambio climático, su intención de abandonar la OMS o las decisiones en torno a Europa, la OTAN y la guerra entre Rusia y Ucrania —por nombrar solo algunas— dibujan nuevas fronteras del multilateralismo al cierre de este primer cuarto del siglo XXI. Sin embargo, por su cercanía e historia conjunta, pocos han sentido el envión del multimillonario como sus vecinos en el norte y en el sur. Canadá y México.
Ambas naciones afrontan el conflicto de maneras diferentes. En el caso de Canadá, su ahora problemático vínculo con Washington generó un discurso nacionalista que trastocó la política interna y favoreció, en época de elecciones, al triunfo del partido liberal y a su líder Mark Carney justo cuando los conservadores parecían tener todas las opciones de reemplazar a Justin Trudeau. La arenga de respeto por la soberanía canadiense, ante las continuas declaraciones de Trump de transformar a Canadá en el estado 51, tomó forma en Carney quien anunció la posibilidad de represalias comerciales contra Estados Unidos e insistió a sus ciudadanos en la importancia de comprar productos canadienses. Trump impuso una tarifa de 35% a su vecino norte.
México, por su parte, en cabeza de su presidenta, Claudia Sheinbaum, adoptó una estrategia que evita la retórica del enfrentamiento. Aunque desde orillas ideológicas distintas Trump la reconoce como “una mujer extraordinaria” de la que ha aprendido algunas cosas aun cuando “nunca aprendo nada de nadie, porque lo sé todo, pero hablé con esta mujer... y dije qué buena idea (en referencia a un proyecto para disminuir el consumo de drogas)”. Los aranceles sobre México son del 25%.
A los tres países los une el tratado de libre comercio T-MEC y gracias a este aún muchos productos canadienses y mexicanos han quedado exentos de las sanciones. Trump, sin embargo, pretende renegociar el acuerdo y desde México y Ottawa se estudian alternativas. Una de las que toma mayor tracción es el fortalecimiento de los lazos comerciales entre los dos países y la idea de trabajar de forma unificada contra el golpe de impuestos de Washington.
La Casa Blanca mantiene como estrategia de negociación el comportamiento incierto del presidente. Lo que para algunos es improvisación, para otros es el paso calculado de un político que juega fuerte para obtener grandes ganancias. Del otro lado, en el vecindario, aprenden a leer el torbellino que gobierna la potencia. Aun con las diferencias en las formas canadienses y mexicanas, la idea de una relación bilateral fuerte entre los dos vecinos de Washington parece ser el camino preferido en un reordenamiento económico y político en el norte del continente.