Pico y Placa Medellín
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Colombia ha tenido una bendición, a diferencia de otros países latinoamericanos, que tienen una marcada dependencia de ciudades capitales, existentes desde la colonia y pobladas por criollos de valores previos. El país tiene una red de ciudades poscoloniales vitales, que rápidamente en el siglo XIX construyeron una nueva geografía social y económica. Barranquilla desplazó a Santa Marta y Cartagena, Bucaramanga a Tunja y Cúcuta. Cali a Popayán y Medellín construyó un nuevo territorio y una nueva economía con el café y la industrialización y pobló el noroccidente del país.
Lo que no ha sido tan afortunado es la involución relativamente reciente de muchos de los valores liberales que acompañaron el espíritu emprendedor que construyó estas nuevas ciudades. Es como si el cáncer del asistencialismo y la dependencia del estado hubiera socavado las certezas de sociedades que se sentían capaces porsíi mismas.
Cali, en los años 50 y 60 del siglo pasado, le enseñó al país cómo armar un modelo de planeación regional con la CVC (Corporación del Valle del Cauca, creada con el liderazgo de Ciro Molina e inspirada en la Tennessee Valley Authority) y como hacer un proceso de industrialización moderna.
En los 80, Cali era la ciudad ejemplar de Colombia y EMCali era tan o más admirada que EPM. El terror del narcotráfico y su poder corrupto, la violencia de los noventa y las crisis económicas afectaron profundamente la ciudad. Progresivamente, esta renace. El país necesita una Cali que lidere la transformación del Pacífico.
Pero tiene una dura tarea. Fortalecer sus valores de libertad, autonomía y emprendimiento. La encuesta de Invamer Poll es útil para preguntarse sobre los valores de los ciudadanos que dan o no un mayor nivel de aprobación a un gobierno. En eso, Cali y Medellín parecen países distintos.
