Pico y Placa Medellín
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Ingeniero y economista con doctorado en Ingeniería, y doctorando en Historia Empresarial en la Universidad Autónoma de Barcelona. Director de ECSIM y profesor en varias universidades, ha liderado proyectos nacionales e internacionales —públicos y privados— sobre innovación, desarrollo económico y sostenibilidad. Para él, referente en pensamiento empresarial y prospectiva territorial, las ciudades nacen en lo local, pero su destino es el mundo. Solo al abrirse y conectarse logran desplegar su verdadero potencial y construir bienestar duradero.
Por Diego Fernando Gómez - opinion@elcolombiano.com.co
Entenderemos como ricos a los que están en el decil de mayor ingreso, es decir, a aquellos que, en la Gran Encuesta Integrada de Hogares, se registran como la población que obtiene más recursos de la sociedad derivados del aporte que realizan.
La inmensa mayoría de estos son empleados. En Bogotá, son el 73,9% de los ricos; en Medellín, el 62,7%. Esta diferencia marca, en sí misma, un comportamiento distinto de la dirigencia de la ciudad. El rasgo más relevante está en el número de empresarios, mientras en Bogotá lo son solo el 4,4% en Medellín lo son el 10,9%. Este comportamiento es similar en los cuatro mayores deciles de ingreso y son determinantes para explicar los marcos de decisión en las dos ciudades.
En Medellín, esos empleados de mayor ingreso están fundamentalmente en empresas privadas. Sus líderes naturales son ese 10,9% de empresarios de alto ingreso que generan sus empleos. En Bogotá los altos ingresos salariales provienen de empleos institucionales o estatales, sus ingresos dependen de la política. Solo dos actividades privadas, banca y desarrollo de software, se destacan en la generación de empleo privado en Bogotá. Las otras ocho principales son actividades de gobierno, salud, educación y gestión pública. En Medellín también son importantes educación y salud y en menor grado la gestión pública. Las actividades privadas claves en Medellín son finanzas, software, ingeniería e industria.
El decil alto de Bogotá tiene mayor ingreso, 11,1 millones, de los que 9,3, el 87% son laborales, contra 9,2 millones en Medellín, en el que 7,6 son laborales, 82%. El mayor ingreso en Bogotá proviene de ingresos estatales, institucionales o de gestión de relaciones con el Estado. En Medellín los buenos salarios provienen de la actividad privada.
Es preocupante para el país que lo que explica los mayores niveles de ingreso en Bogotá sean los salarios a los empleados del Estado. Esto lo convierte en un generador de desigualdad de ingreso. Genera dos vectores de disparidad de ingreso, uno en el efecto salarial directo y otro en desigualdad regional, ya que estos cargos se desempeñan en Bogotá. La capital vive de gastarse los impuestos de todos y una parte de ella en sus gastos de funcionamiento con grandes salarios a congresistas, cortes, entidades de regulación y control
Hace unos meses, Alejando Antonini de Jiménez, un doctor en Economía invitado al país en octubre de 2025 por Camilo Guzmán de Libertank, expresaba en La Noche, a la pregunta ¿Para dónde va Colombia?: “Depende, cuando me bajo en el aeropuerto El Dorado, la veo muy mal, cuando me bajo en el JMC me entra un aire de alegría y de libertad” ¿Cuál es la diferencia entre las dos ciudades?: “Muy simple, una es de políticos y otra de empresarios”. “Colombia le va a ir bien si a Medellín le va bien”. De la intuición de Antonini hablan los datos que se presentaron en este artículo.
Ingeniero y economista con doctorado en Ingeniería, y doctorando en Historia Empresarial en la Universidad Autónoma de Barcelona. Director de ECSIM y profesor en varias universidades, ha liderado proyectos nacionales e internacionales —públicos y privados— sobre innovación, desarrollo económico y sostenibilidad. Para él, referente en pensamiento empresarial y prospectiva territorial, las ciudades nacen en lo local, pero su destino es el mundo. Solo al abrirse y conectarse logran desplegar su verdadero potencial y construir bienestar duradero.