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El rey que le dio la espalda a su pueblo

Su reacción, fría y tardía, ha comprometido su imagen, bastante tocada por lo poco que se sabe de su estilo de vida. Mohamed VI vive la mitad del año fuera de Marruecos.

17 de septiembre de 2023
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  • El rey que le dio la espalda a su pueblo

Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com

Definitivamente la empatía no es una capacidad repartida por igual entre las personas. El poder comprender afectivamente una realidad ajena no se le da bien a todo el mundo, pero es algo que se podría presuponer en un rey cuando en su propio país ocurre una tragedia. Sin embargo, Mohamed VI de Marruecos, Comendador de los creyentes, no ha hecho gala de tener estas dotes y más bien no ha dado la talla. Su llamativa ausencia tras el terremoto de la semana pasada, que hizo desaparecer pueblos enteros y que le ha costado la vida a casi 3.000 personas, no ha pasado inadvertida para nadie.

Su reacción, fría y tardía, ha comprometido su imagen, bastante tocada por lo poco que se sabe de su estilo de vida. Mohamed VI vive la mitad del año fuera de Marruecos. Precisamente estaba en París, en su mansión de 1.500 metros cuadrados cerca a la Torre Eiffel, cuando se desató el drama en la zona del Atlas. Durante 18 horas guardó silencio, luego emitió un simple comunicado y cuatro días después apareció con un inmenso séquito en un hospital en Marrakech donde se atiende a los heridos. Y como si esto no fuera suficiente, su gobierno decidió ser selectivo con la ayuda humanitaria ofrecida por varios países y rechazó, entre otras, la de Francia, Alemania, Estados Unidos e Israel. Una decisión que chocó de frente contra la emergencia humanitaria

Mientras tanto, los sobrevivientes vivían con impotencia la imposibilidad de rescatar gente con vida. Nadie pudo llegar a tiempo a esos pueblos de montaña que han sido los más afectados. Ni la profesora que perdió a sus 32 alumnos en Adaseel, cerca al epicentro del seísmo, ni los rescatistas españoles con sus perros adiestrados para detectar vidas bajo los escombros. La labor que queda es descomunal y de lo que se trata es de que la gente que se salvó y que lo perdió todo pase ahora de un modo de vida precario a otro aceptable, aunque no normal.

Pero la sensación de la gente, que lo comenta en voz baja, aunque los medios internacionales lo mencionan sin tapujos, es que el rey le dio la espalda a su pueblo. Mohamed VI lleva ya mucho tiempo con una agenda oficial reducida y con apariciones públicas en mínimos. Va de palacio en palacio y su paso por Rabat, capital desde donde debería despachar los asuntos de su reino, es siempre breve. Y el futuro no se vislumbra mejor. El heredero al trono, el príncipe Moulay Hassan con veinte años ya cumplidos, tampoco ha sabido llegarle a los marroquíes que sufren. Su estricta educación se ha basado en el rigor religioso y la mano de hierro militar. Y no sería nada raro que los consejeros de su papá, o el mismo rey, le hayan transmitido las pautas para ejercitar la ecpatía, ese proceso mental voluntario mediante el cual una persona excluye cualquier sentimiento o gesto leve que pueda inducirle otro ser humano.

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