x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

Un edificio de tres pisos

hace 1 hora
bookmark
  • Un edificio de tres pisos
  • Un edificio de tres pisos

Por Fanny Wancier Karfinkiel - fannywancier7@gmail.com

Lucas tenía 7 años cuando sus padres le dijeron que ningún miembro de la familia podía salir de casa y de un día para otro no volvió a escribir, dibujar, cantar y divertirse como lo hacía en la escuela con sus amigos. Como los niños lo ven y lo saben todo, Lucas se dio cuenta de que algo andaba mal: su osito Oreo se tensionaba cada día más al escuchar mañana, tarde y noche “el virus va a acabar con todo”. Entonces, como le gustaba leer se encerró con Oreo en su habitación para viajar a donde ya no podían llegar aviones, trenes, ni carros.

“Los tres cerditos” era uno de sus cuentos favoritos. Habían aprendido que las casas de paja y de madera eran débiles y la de ladrillo, sólida como la roca, era indestructible; como a fuerza de soplar y soplar, el lobo feroz las había derribado mientras la de ladrillo permanecía en pie. Sin embargo, en esta ocasión contemplaron boquiabiertos que las casitas gradualmente comenzaron a mutar a un edificio de tres pisos.

En la puerta del primero había dibujos de animales y “la tierra reía con las flores” (Ralph Waldo Emerson), en la del segundo aparecían símbolos, carcajadas y lágrimas que no entendían, y en la tercera destellos rutilantes de rayos del sol se posaban entre las nubes. Oreo sintió felicidad cuando Lucas decidió explorar cada uno de los pisos.

Entraron al primero y encontraron juguetes pertenecientes a la naturaleza: mamíferos, reptiles, peces, aves, insectos, flores, plantas y corales. Ninguno pensaba para respirar, comer o dormir, todos se defendían si se topaban con el peligro y, si hacían daño, no era más del necesario. Maravillados escucharon una armoniosa voz que les murmuraba: “es el INSTINTO”.

Cuando abrieron la puerta del segundo piso, escritorios, papeles, cálculos, datos, creencias, dudas, mentiras, verdades, medias verdades, risotadas, gritos y llantos jugaban a las escondidas. Lucas quería jugar, pero Oreo estaba cansado con tantos objetos e imágenes y, con los párpados entreabiertos, alcanzaron a escuchar la voz que susurraba: “es la RAZÓN y la EMOCIÓN desbordada”. Cuando despertaron dos horas después comieron afanados la merienda y corriendo a la habitación se lanzaron a explorar el tercer piso.

El primero y el segundo se habían unido al tercero, muchas llaves doradas colgaban de paredes transparentes, las estrellas brillaban y destellos de luz los envolvían. Ligeros como plumas, vigorosos e inmensos como el océano, desde el cielo contemplaron el mundo mientras un poder interior los abrazaba. Rodeados por una fuente luminosa habían conocido un lugar donde el instinto, la razón y la emoción ya no peleaban y la mente y el cuerpo eran uno. Entonces escucharon una bella voz que les decía: “es la “INTUICIÓN”.

Así fue como contaron su aventura: habían viajado no muy cerca ni muy lejos, no muy tarde ni temprano, a un lugar en el que captaron todo, y a donde el virus nunca jamás llegaría ni en avión, ni en tren, ni en carro.

Sigue leyendo

Te puede Interesar

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD