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El próximo año los colombianos elegiremos un nuevo Congreso de la República. Será un Legislativo decisivo, sobre todo ante la promesa de un sector político de impulsar una asamblea constituyente que abre riesgos enormes para la estabilidad democrática. La oposición a esa propuesta deberá enfrentarse desde el Congreso. Pero más allá de esa discusión y de las reformas que vienen, quisiera plantear el tipo de Congreso que quisiera ver.
Anhelo un Legislativo donde el debate sea intenso y sustentado en argumentos, ideas y datos, y desarrollado en un ambiente de altura y decoro.
Quisiera ver congresistas que se conviertan en referentes nacionales no solo por su habilidad política, sino por su integridad y comportamiento.
Necesitamos un Congreso que tramite todo —absolutamente todo— a la luz del día y de cara a la ciudadanía. Ojalá queden atrás las visitas furtivas de parlamentarios a los ministerios para adelantar gestiones que esconden intereses particulares. La transparencia no puede ser la excepción, sino la regla general.
Hace falta un Congreso con liderazgos creativos, capaces de buscar nuevos ángulos para resolver problemas viejos. Colombia necesita decisiones audaces para recortar el gasto público, combatir con firmeza la producción ilegal de drogas y, sobre todo, crecer económicamente. Enfrentar estos y otros desafíos exige visiones renovadas, frescas y valientes.
Aspiro también a un Congreso con capacidad de autocrítica, que asuma una reforma política con grandeza y tome decisiones de fondo sobre la financiación de campañas y el fortalecimiento de los partidos. La proliferación de pequeños partidos sin identidad programática ni vocación de permanencia vulnera a la democracia.
Se necesita, además, un Congreso que mire al mundo, que aprenda de experiencias exitosas y que levante la mirada frente a nuevos retos: la incorporación de la inteligencia artificial en la vida cotidiana, la urgencia de ampliar la matriz energética y la obligación de enfrentar la pobreza como un adversario que debe ser debilitado al máximo.
En los últimos años, los colombianos hemos entendido la importancia de un Congreso independiente y capaz de controlar al Ejecutivo. Pensemos en lo que queremos ver en el próximo Legislativo y votemos por quienes mejor representen esa visión.
