Los recuerdos sibaritas abundan, delicias locales y malabares culinarios en la infancia, a sancochos, frijoles y sopas preparadas con esmero por una familia amante de los fogones, se sumaban marranadas, arequipe mecido en paila de cobre, natilla, hojuelas, dulce de leche, buñuelos y muchas cosas más.
La Plaza de El Poblado era el centro del sabor del barrio en que crecí, las paredes de tapia de las casas que bordeaban su marco alojaban tesoros que se prolongaban más allá de ella, recuerdo las empanadas caucanas y los perniles del local donde hoy está Aliadas, en la esquina opuesta, El Excélsior con su piso de ajedrez, sobre el que se disponían las canastas con verduras, las vitrinas llenas de delicias y embutidos traídos del mundo, los licores,...