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Los ladrones de futuros

Los jóvenes no son sólo un público inerte a quien darle lecciones trilladas de vida. Los jóvenes son quienes mastican nuestro impacto y lo convierten en futuro.

15 de junio de 2023
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  • Los ladrones de futuros

Por Juliana Velásquez Rodriguez - JuntasSomosMasMed@gmail.com

Tengo un amigo que estudia en un colegio público de Itagüí, un joven curioso, riguroso, amante de la lectura, con una resiliencia admirable. Juanes quiere ser presidente de la República y mis apuestas están con él. Recientemente en un espacio donde conversamos jóvenes con empresarios, Juanes, con un futuro brillante en mi opinión, dice con total contundencia: “a nosotros los jóvenes de Medellín nos robaron el futuro”. Yo, con la crianza de mis papas y una edad radicalmente distinta, inmediatamente cuestioné su afirmación y me preparé para debatir acerca de cómo somos dueños de nuestro futuro y cómo los “jóvenes de hoy” pretenden todo fácil y todos aquellos argumentos repetidos que ya conocemos. Juanes, con una mirada transparente y una actitud desprevenida y auténtica que tanto admiro en los “jóvenes de hoy”, me explicó que les robaron el futuro porque les quitaron los referentes. Los líderes a quienes seguir, aquellos que trazan caminos, que inspiran, no existen para ellos. No existen porque no están en el canal de comunicación que consumen los jóvenes, no hablan su lenguaje. Ese canal de comunicación quedó abierto a otro tipo de líderes que conectan a través de las redes sociales con todos los retos que este tipo de referentes reúne. Es difícil comunicar alrededor de un futuro cuando el consumo es inmediato. Juanes y yo estamos de acuerdo que esta falta de referentes tiene muchas consecuencias tristes: el grave deterioro de la salud mental de nuestros jóvenes, la falta de entusiasmo y motivación por su futuro, la búsqueda de éxitos inmediatos y borrosos, el dinero fácil. Llegué entonces muy rápidamente a la conclusión que quienes somos líderes hoy, en una inmensa mayoría, somos ladrones de futuros. Lo primero es reconocer que el liderazgo sin impacto es una contradicción. Por lo tanto, si el impacto hace parte de nuestra tarea, debemos encontrar la forma de cómo generarlo y en quien. Los jóvenes no son sólo un público inerte a quien darle lecciones trilladas de vida. Los jóvenes son quienes mastican nuestro impacto y lo convierten en futuro. Lo segundo, es reconocer que el liderazgo no es sólo cuestión de mensajes; el liderazgo es emocional, es experiencial, es una conexión que inspira. El ejemplo de vida de un líder es casi más importante que el asunto sobre el cual lidera. Seguir de cerca la vida del líder puede motivar, emocionar, enseñar. Por último, los espacios en donde conectamos como líderes deben ser espacios actuales, vivos, con jóvenes viendo, oyendo y leyendo. Nuestra forma de comunicar no puede ser aquella donde los jóvenes no nos entiendan, no nos lean, no nos vean. Seamos líderes que constantemente estemos contando historias, como los viejos antioqueños en la sala de la casa, pero en redes sociales, en colegios, en universidades.

Seamos líderes que hablemos de emociones, de fracasos enriquecedores, de éxitos emocionantes, de aprendizajes, de experiencias. Seamos líderes generosos con el conocimiento, responsables de nuestra salud mental, sin miedo a ser reemplazados, abiertos y dispuestos al debate, incluyentes. Aceptemos el trabajo de compartir un presente que inspire el futuro y facilite caminos. Seamos líderes en redes sociales, no sólo soldados de nuestras posiciones. No mostremos con tanto orgullo el “qué”; contemos con emoción, humildad y desprendimiento el “como”. El futuro es una visión, una proyección linda o fea del presente. Seamos entonces, un presente inspirador, y, sobre todo, conectado. Juanes, gracias por enseñarme. Espero con esta columna devolverte un pedacito del gran futuro que desde hoy construyes.

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