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Banderas robadas

hace 5 horas
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  • Banderas robadas

Por María Bibiana Botero Carrera - @mariabbotero

En la política contemporánea, las palabras también se disputan. Algunas se desgastan, otras se adulteran, y muchas nos han sido robadas. Por esta vía, cuestiones fundamentales que deberían unirnos —medio ambiente, diversidad, igualdad de género, justicia social— han sido reducidas a banderas ideológicas. Como si defender el planeta fuera un gesto propiedad de la izquierda y hablar de seguridad o de orden correspondiera, por definición, a la derecha.

Ese secuestro simbólico ha empobrecido el debate público. Hemos permitido que grandes consensos morales se transformen en trincheras. Nos acostumbramos a asociar los temas con las etiquetas, no con su sentido. Terminamos renunciando a causas esenciales por prejuicio ideológico. Nos dejamos robar palabras como “cambio”, “paz”, “progreso”, “inclusión” o “derechos”, solo porque alguien, de otra orilla ideológica, las usó o abusó de ellas.

El resultado es un país fragmentado en relatos que no conversan. Mientras unos desconfían de cualquier discurso ambiental por considerarlo “activismo”, otros rechazan la palabra “orden” por asociarla con autoritarismo. Esa renuncia mutua a compartir las causas colectivas termina dejando el terreno libre a los extremos, que se alimentan de esas apropiaciones para dividir y simplificar.

El problema no es solo semántico, es ético. Cuando líderes políticos convierten las banderas en propiedad privada, las causas pierden su poder transformador. Y cuando la ciudadanía cede el lenguaje, se limita su capacidad de exigir. Un país que se acostumbra a hablar en etiquetas deja de hablar de lo que importa: de cómo exigir seguridad, garantizar la igualdad, asegurar justicia, proteger los bosques y construir confianza.

Renunciar a esas banderas, además, nos desconecta de los jóvenes, para quienes esas causas son su forma natural de participación. Les pedimos que se comprometan con el país, pero les hemos dejado significados vacíos. Recuperar el sentido de esas palabras es un acto de ciudadanía. Volver a dotar de contenido lo que se vació de tanto uso propagandístico. Significa negarse a que el poder monopolice el sentido de lo justo, lo ético o lo posible. Recuperar el lenguaje como herramienta de encuentro, no de exclusión. Entender que las grandes causas no son patrimonio de una ideología, sino de la humanidad

El medio ambiente no es de izquierda; es de quien respira. La seguridad no es de derecha; es de quien camina sin miedo. La igualdad de oportunidades no es eslogan; es base de cualquier democracia que aspire a durar. Un país que permite que le roben sus banderas termina perdiendo su voz. Y recuperar la voz —la propia, la colectiva— empieza por algo tan sencillo y urgente como volver a decir palabras que otros usaron mal, pero que siguen siendo nuestras.

En Colombia hemos tenido demasiadas guerras por los símbolos y muy pocos acuerdos sobre los significados. Recuperemos las palabras robadas y devolvámosle su propósito: servir para construir un país que no se divida por los colores, sino que se una por las causas.

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