Pico y Placa Medellín
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Ingeniero civil con maestrías en Finanzas de la Universidad EAFIT y Administración de City, University of London. Ha sido analista financiero, consultor en estrategia, director de Planeación, y hoy lidera proyectos corporativos en Comfama. Su trayectoria combina el análisis cuantitativo con la comprensión económica de empresas y regiones. Apasionado por los desafíos que despiertan su curiosidad, Mateo plantea lo que Medellín requiere para consolidarse como destino global sostenible.
Por Mateo Castaño Sierra - @matecastano
¿Hay alguna cosa en la que Colombia haya sido el mejor del mundo? Como me obsesiona buscar motivos para subirnos la autoestima, tengo buenas noticias: sí, hay cosas en las que hemos sido campeones. Una, aunque no parezca, es la vivienda. Ajustado por número de habitantes, ningún país construyó más viviendas que Colombia en 2021 y 2022 (entre los que entregan datos). Mientras el mundo salía aturdido de la pandemia y aquí lidiábamos con un paro nacional, ocurrió un pequeño milagro de ladrillo y cemento. ¿Cómo lo logramos?
Empecemos por los datos. En esos dos años se vendieron más de 220.000 viviendas nuevas. No suena a epopeya, pero en términos per cápita es 4 veces más que Brasil, 3 veces más que Argentina, y el doble que Estados Unidos, Noruega o Singapur. ¿Lo mejor? 60% fueron viviendas populares, VIS y VIP, enfocadas en hogares que ganan entre 2 y 3 salarios mínimos. No sólo construimos mucho, dinamizando empleo y economía; construimos para quien más lo necesitaba. Un éxito de país.
Detrás de esa victoria hay varios protagonistas. El primero es el programa “Mi Casa Ya”, creado por el gobierno Santos y mejorado por el gobierno Duque: raro ejemplo local de que el país avanza más allá de las ideologías. ¿Por qué funcionó? Porque el principal obstáculo no es la cuota mensual sino la inicial. Mi Casa Ya entregaba subsidios de unos 30 millones de pesos que, sumados a los de las Cajas de Compensación, permitieron a cientos de miles de familias comprar su vivienda casi sin cuota inicial.
A eso se suman los bancos, prestando a largo plazo para que la cuota se pareciera al arriendo; las constructoras compitiendo en precios, acabados y zonas comunes; y las empresas, porque sólo con empleo formal hay hipoteca. Fue una coreografía colectiva: cuando el país se puso de acuerdo ¡sí pudo! Hoy el panorama es otro. Las ventas de vivienda colapsaron, sobre todo en VIS y VIP donde desapareció Mi Casa Ya. Pero como el pesimismo tiene suficientes voceros, miremos hacia el futuro. ¿Cómo volver a ser líderes en vivienda? Con un Mi Casa Ya recargado, versión PRO.
Primero, debemos llegarle a quienes ganan menos de 2 salarios mínimos: el 60% de los trabajadores. Para eso hay que bajar el precio de la vivienda VIS de los 220 millones actuales a unos 150 millones. ¿Es imposible? No. Con macroproyectos que reduzcan costos a escala, donde el Estado aporte el lote y se haga urbanismo extraordinario, como en Mallorquín en Barranquilla o Salitre en Bogotá, sí se puede.
Con vivienda más barata, hipotecas más largas y de menor interés, y un subsidio estatal que suba a 40 millones, podríamos tener cuotas desde 750 mil pesos, acercando la casa propia a millones que hoy ni se atreven a soñarla. Un programa así sólo tiene virtudes: permite construir patrimonio, mejora condiciones de vida, hace que más colombianos se sientan parte de un modelo de desarrollo que incluye y, de paso, mueve el empleo y la economía. No importa el signo del próximo gobierno: Mi Casa Ya debe ser política de Estado. Para que algún día, más que un eslogan, podamos decir sin exagerar: casa propia, corazón contento.
Ingeniero civil con maestrías en Finanzas de la Universidad EAFIT y Administración de City, University of London. Ha sido analista financiero, consultor en estrategia, director de Planeación, y hoy lidera proyectos corporativos en Comfama. Su trayectoria combina el análisis cuantitativo con la comprensión económica de empresas y regiones. Apasionado por los desafíos que despiertan su curiosidad, Mateo plantea lo que Medellín requiere para consolidarse como destino global sostenible.