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Una desgracia llena de oportunidades. Moutainhead, de Jesse Armstrong

02 de junio de 2025
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  • Una desgracia llena de oportunidades. Moutainhead, de Jesse Armstrong
  • Una desgracia llena de oportunidades. Moutainhead, de Jesse Armstrong

La riqueza siempre ha otorgado un prestigio intelectual que la mayoría de las veces no se corresponde con la realidad. Tal vez por un sesgo cultural alimentado por siglos, solemos creer o queremos creer que los muy ricos consiguieron lo que tienen gracias a capacidades que superan la media. Y como en estos tiempos hiperconectados todos nos enteramos con mayor facilidad de las identidades de los ricos, ahora tenemos a un puñado de exitosos empresarios de la tecnología a quienes el mundo entero trata como gurús infalibles.

En realidad los muy ricos, como lo somos todos, son bastante idiotas en general. Tienen los mismos miedos y las mismas inseguridades que nosotros, sufren los mismos líos familiares (o peores, porque los multimillonarios suelen tener muchos hijos) y adolecen de todos nuestros defectos. Por eso la gracia de la historia que nos contó Jesse Armstrong durante cuatro temporadas y treintainueve episodios en “Succession”, era desnudar capa por capa, como el taxidermista que prepara a una fiera para disecarla, las miserias de la familia Roy. Y esa gracia, producto de un reparto perfecto y del tiempo con el que contó para fijarse en detalles, revelar secretos y proporcionarnos contexto para varias acciones, es justo lo que falta en “Mountainhead”, la película que ha escrito y dirigido para Max (o HBO, o HBOMax, o como la quieran llamar sus dueños ahora), estrenada esta semana.

A lo mejor reconocen en Venis a Elon Musk, con su patanería misógina y su necesidad constante de la adulación de su séquito, o verán en Souper a Mark Zuckerberg, cuando en cierta escena dice que es un experto en artes marciales, como el dueño de Meta hace un par de años. Venis, Jeff y Randall (que algo tiene de Steve Jobs cuando cuestiona con sarcasmo un diagnóstico sobre su salud) se juntan en la casa de Souper (una mansión en algún lugar perdido de unas montañas nevadas) a jugar póker. Mientras todos llegan en aviones privados, Venis ha hecho pública una IA generativa tan realista que no permite distinguir a los usuarios de su red social entre lo que es real y lo que es falso, lo que comienza a causar estragos en todo el planeta, pues con un recurso así muchos pueden hacer ver a aquellos que odian o que quieren eliminar, como criminales. Lo impresionante, lo miedoso, es la estulticia con la que todos analizan las tragedias que ven en sus teléfonos celulares, como si las masacres que empiezan a darse no fueran causadas porque ninguno pensó en las consecuencias de sus actos, que supuestamente abogaban por la libertad de expresión. En algún momento, uno de ellos califica la situación de varios países del Tercer Mundo con la frase que titula este texto. De ese tamaño es su falta de escrúpulos.

Puede que Armstrong no logre acomodar todos los elementos con la misma clase que en su serie, pero ahí está, contundente, su radiografía de un mundo cruel donde los súbditos de unos pusilánimes reyecitos, no sólo dejan que los ahorquen, sino que además, sonrientes, les compran la soga.

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