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El eco de Trump en Honduras

Hay quienes opinan que mucho tienen que ver las relaciones del expresidente hondureño con personajes poderosos en el movimiento MAGA y con pesos pesados de la derecha libertaria en Silicon Valley.

hace 2 horas
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  • El eco de Trump en Honduras

La elección presidencial en Honduras ha sido el más reciente proceso electoral de América Latina en el que ha intentado influir el presidente estadounidense Donald Trump. Aplicando un nuevo tipo de diplomacia en el que priman no solo los intereses geopolíticos sino también los ideológicos, su intervencionismo hace a un lado las sutilezas de gobiernos anteriores, señala de frente a sus favoritos y presiona para que ganen.

Tras los comicios del domingo, el conteo de votos continúa en Honduras. Con el 86% de actas escrutadas, el derechista Nasry “Tito” Asfura, candidato del Partido Nacional y favorito de Trump, supera al centrista Salvador Nasralla, del Partido Liberal, por más de 20.000 votos. Sin embargo, nada es definitivo y se prevé que el conteo siga hasta que todos los votos hayan sido revisados minuciosamente dado que en Honduras no hay segunda vuelta y constitucionalmente se permite un margen de hasta 30 días para definir un ganador por mayoría simple.

Lo que sí ha quedado claro es la derrota de la candidata oficialista Rixi Moncada, del partido Liberal, quien apenas alcanza un 19% de los votos. Identificada como delfín de la presidenta Xiomara Castro ha sido castigada en las urnas por las promesas incumplidas del gobierno, además de los múltiples escándalos de corrupción que rodean a su partido.

El asunto es que cuando faltaban 48 horas para que los hondureños votaran y eligieran nuevo presidente, dos mensajes de Trump cambiaron la conversación. Por un lado, y siguiendo la estela de otras de sus intervenciones en elecciones ajenas, instó a votar por Asfura, con una amenaza velada de por medio: “Si Tito Asfura gana lo apoyaremos firmemente. Si no gana, Estados Unidos no malgastará su dinero. Tito y yo podemos trabajar juntos para combatir a los narcocomunistas”.

Y por otro lado, le concedió el perdón total al expresidente Juan Orlando Hernández, quien fue extraditado y condenado por un tribunal de Nueva York a 45 años de prisión por narcotráfico. Está relacionado con las elecciones porque Hernández es del mismo partido de Asfura. Tanto el anuncio como la decisión de Trump generaron una pregunta en la población: cómo es que Estados Unidos está luchando contra el narcotráfico y deja libre a una persona tan cuestionada en esta materia.

Hay quienes opinan que mucho tienen que ver las relaciones del expresidente hondureño con personajes poderosos en el movimiento MAGA y con pesos pesados de la derecha libertaria en Silicon Valley. Todos ellos tienen intereses en un polémico proyecto impulsado por Hernández durante su presidencia conocido como Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDEs). Se trata de uno de los experimentos más radicales de cesión de soberanía nacional en favor del gran capital estadounidense desde los días de los enclaves de la multinacional United Fruit durante la primera mitad del siglo XX. En las ZEDEs se construyen ciudades nuevas libres de impuestos, ajenas a la regulación y a los derechos laborales vigentes en Honduras. Iniciativas de todo el gusto de tecno-libertarios y criptofinancieros como el billonario y anarcocapitalista Peter Thiel, entre otros.

Volviendo a las elecciones, y dado que los ánimos se han ido caldeando a lo largo de esta semana en la que los resultados siguen tan reñidos, el Consejo Nacional Electoral (CNE), que es la máxima autoridad electoral en ese país, hizo un llamado a la responsabilidad de los candidatos en sus comentarios durante la espera. Pero en contraste con ese llamado a la calma, Trump publicó en redes sociales un mensaje sembrando la duda: “Parece que Honduras está tratando de cambiar los resultados de su elección presidencial. ¡Si lo hacen, habrá un infierno que pagar!”.

La política internacional de Trump respecto a América Latina pasa por mezclar intereses y objetivos concretos con contiendas coyunturales, marcadas además por afinidades personales. Y tal vez en últimas, conseguir un hemisferio más alineado con sus ideas. Su intervención en las elecciones de Argentina, donde condicionó la ayuda de 20.000 millones de dólares a que votaran por Milei; su respaldo a las controvertidas políticas de Nayib Bukele en El Salvador para el control de pandillas que ha incluido pagos por cooperación y un acuerdo migratorio para recibir migrantes de EE. UU., son solo dos ejemplos recientes.

Tal vez siempre ha sido así. Sin embargo, las maneras de Trump, comparadas con las formas a veces más sutiles de otros presidentes, hacen creer que estamos ante otro escenario diferente de alianzas o de intervención de Estados Unidos.

Para Honduras, uno de los países más pobres del continente, la ayuda de Washington es clave. En 2023, los estadounidenses les dieron US$194 millones que se invirtieron en proyectos de desarrollo, programas de salud e iniciativas destinadas a fortalecer la seguridad. Y aunque la cifra puede parecer modesta, el impacto en las zonas rurales y las comunidades más desfavorecidas del país es significativo. Sin olvidar que las remesas desde Estados Unidos representan un tercio de la economía hondureña.

En un país donde más del 60% de los hogares vive en condiciones de pobreza y cuya realidad está marcada por el crimen organizado, la violencia política y la corrupción, estas elecciones que mantienen en vilo a la ciudadanía son cruciales. No solo por el giro político que representan sino por toda la ayuda que hay en juego.

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