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Tres meses de infarto

Si bien la encuesta muestra a Cepeda como un candidato sólido hoy, no quiere decir que ya todo esté jugado. Todavía faltan los momentos definitivos del partido.

hace 47 minutos
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  • Tres meses de infarto

Los resultados de la reciente encuesta de Invamer han vuelto a agitar el avispero político de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. Y uno de los guarismos más sonoros fue el de la intención de voto que puso a picar en punta a Iván Cepeda con el 31,9%, seguido de Abelardo de la Espriella con el 18,2% y de Sergio Fajardo con el 8,5%.

Una fotografía tomada en noviembre que nos da pie para hacer unas primeras reflexiones sobre la que será una de las batallas electorales más decisivas de la historia reciente de Colombia.

¿Qué puede decirse de la encuesta? Que es un resultado previsible. Iván Cepeda, que fue elegido como el candidato único en la consulta interpartidista de la izquierda, concentra prácticamente toda la intención de voto de ese bloque ideológico, y en particular del petrismo, que se ha ubicado históricamente sobre el 30%.

Es importante considerar que de los 33 aspirantes medidos por la encuesta, 29 se identifican con el centro, la centro derecha o la derecha, mientras sólo tres o cuatro de los que fueron incluidos serían de izquierda: Cepeda, Camilo Romero y Carlos Caicedo.

Es decir, los electores se suelen dividir en dos o tres grandes bloques ideológicos, y mientras Cepeda prácticamente no tiene quien le compita por los votantes del espectro de la izquierda, los otros dos pedazos de la torta –el del centro y el de la derecha– se los reparten entre 29 nombres. Y sobre todo, los electores de estos dos últimos bloques aún no tienen claro cuál es el candidato afín a su pensamiento político que podría ganar la contienda.

De manera que la matemática política, a veces tan elocuente, sugiere que si bien la encuesta muestra a Cepeda como un candidato sólido hoy, no quiere decir que ya todo esté jugado. Todavía faltan los momentos definitivos del partido.

Recordaba hace unos días el columnista Mauricio Vargas que las encuestas de noviembre en la mayoría de las elecciones no han atinado a la hora de anticipar quiénes son los finalistas. No porque se equivoquen, sino porque todavía quedan los meses más intensos de campaña por delante.

En 1998 ganó Andrés Pastrana, pese a aparecer sexto un año antes en encuestas dominadas por Horacio Serpa y Alfonso Valdivieso. Álvaro Uribe (2002-2010) era triplicado en intención de voto por Serpa en noviembre de 2001. En 2010, no era claro para noviembre si Juan Manuel Santos iba a ser candidato. Y en 2018, Iván Duque apenas marcaba un 2% seis meses antes de ganar en primera vuelta, mientras lideraban Petro, Fajardo y Vargas Lleras.

En Colombia, los datos históricos muestran que un colero de noviembre puede convertirse en el favorito de abril. Sin embargo, también hay excepciones. Hace cuatro años, Gustavo Petro lideraba con holgura las encuestas desde noviembre y terminó ganando la Presidencia.

No cabe duda de que jugarán un papel fundamental las campañas y cómo se haga el despliegue de los jugadores en la cancha electoral. Un momento clave será el de las consultas, en marzo, que además están íntimamente ligadas con las elecciones al Congreso. Hace cuatro años la consulta del Pacto Histórico fue definitiva para catapultar a Petro. Esta vez, sin embargo, es diferente: Cepeda ya se midió en la consulta de octubre, lo que le permitió dar un salto seis meses antes que sus competidores. Queda la duda –no menor– de si participará o no en una segunda consulta en marzo, pues podría fortalecerlo o exponerlo innecesariamente.

La manera cómo se surtan las consultas del centro y la derecha será clave. Va a importar si es una sola consulta como dice Álvaro Uribe –“desde Fajardo hasta Abelardo”– o si serían dos. Uribe supone que si eligen en marzo un candidato único del centro y la derecha podrían derrotar en primera vuelta al candidato de Gustavo Petro. No obstante, las realidades políticas del país, marcadas por desconfianzas acumuladas, hacen difícil pensar que se pueda materializar una coalición de esa manera.

Si finalmente son dos las consultas, el análisis sería diferente. Una consulta entre los candidatos de centro derecha y derecha, acompañados por los partidos Liberal, Conservador, Centro Democrático y Cambio Radical, lograría una votación considerable. La maquinaria de estos partidos, movilizada en marzo para asegurar curules en el Congreso, siempre ha sido un factor con capacidad de inclinar la balanza. En las elecciones legislativas de 2022, por ejemplo, obtuvieron cerca del 46% de los votos. Y si se le suma el partido de la U, el porcentaje aumenta a 54%.

Para la consulta del centro, la pregunta es otra: ¿Existe el ambiente político para que el votante se movilice, como en 2018, alrededor de figuras de opinión con menos apoyo de estructuras tradicionales? Y, más aún, si Sergio Fajardo decide entrar en la consulta, ¿cómo impactaría esa decisión la votación de la consulta del Frente Amplio y Cepeda? La política colombiana ya ha demostrado que ciertos movimientos pueden tener efectos tectónicos en cuestión de semanas.

El reloj corre. Quedan tres meses para las consultas del 8 de marzo, para que centro y derecha definan su ruta, y para que cada campaña encuentre su voz, su narrativa y su anclaje territorial. Las encuestas, por ahora, sólo captan el ruido inicial y el fondo de la contienda apenas comienza a configurarse.

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