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Petro vende el alma
de la izquierda
Petro parece haber sellado su propio pacto con “Mefistófeles” para mantener el poder, y como Fausto se dará cuenta demasiado tarde que el precio de su ambición habrá sido entregar el alma de la izquierda colombiana.
Carlos Gaviria Díaz y Gerardo Molina se deben estar revolcando en sus tumbas al ver como el presidente Gustavo Petro está hipotecando las ideas de la izquierda colombiana al abrirle de par en par las puertas del Pacto Histórico a Daniel Quintero.
Tal vez cualquier cosa se habrían imaginado estos próceres de las ideas socialistas en Colombia, menos que sus banderas de libertad e igualdad podrían terminar en manos no solo de uno de los personajes más cuestionados por presunta corrupción en la historia reciente del país, sino también decía, según recuerda alguno de sus altos funcionarios, “es que yo nací para ser dictador”.
Las acusaciones en contra de Quintero no son detalles menores y si bien la lista es larga, basta con decir, para quienes apenas llegan a la sintonía, que fue llamado a juicio por favorecer un negocio con el que su alcaldía le iba a regalar $45.000 millones a un privado amigo suyo; más de 40 funcionarios de su equipo enfrentan procesos judiciales por casos de presunto saqueo y a programas sociales revolucionarios como Buen Comienzo por poco los destruye.
Por no hablar de las denuncias que pesan sobre Quintero, en las que precisamente insistió ayer el alcalde Federico Gutiérrez, como la presunta “venta” de Afinia a contratistas sin escrúpulos, con lo cual afectó el servicio de energía a cerca de dos millones de personas de la Costa Caribe.
El presidente Gustavo Petro, a pesar de tantos agravantes, ha decidido darle su guiño a Quintero incluso en contra de miembros del Pacto Histórico, como Gustavo Bolívar, Susana Muhamad, Iván Cepeda y Ángela María Robledo.
Se destaca la postura del exsenador Gustavo Bolívar, quien con la franqueza que lo caracteriza señaló a Quintero de estar moviendo mucha plata para la consulta. Según dijo Bolívar ayer a BluRadio, líderes que lo apoyaban dejaron de pasarle al teléfono y aparecieron haciéndole campaña a Quintero: “Eso no es gratis, hay mucha plata”.
Tal vez no sea coincidencia el hecho de que desde Estados Unidos el senador Bernie Moreno, cercando al presidente Donald Trump, haya anunciado que van a “averiguar dónde ha venido escondiendo su dinero”.
La coalición del Pacto Histórico que se fundó sobre la promesa de hacer política distinta, sin maquinarias ni chequeras ocultas, ¿está dispuesta a tolerar la intromisión del dinero fácil como motor de su progreso?
Gustavo Bolívar no solo denunció la penetración del dinero en la consulta, sino que renunció a su aspiración para no prestarse a, eventualmente, tener que cargarle las maletas a Quintero. Ese acto de coherencia lo distancia de quienes prefieren acomodarse al silencio, y justificar la corrupción en nombre de un triunfo electoral.
Empezando por el presidente Gustavo Petro, quien desde febrero de este año, cuando lo pusieron a elegir entre ministros suyos –que han dedicado su vida a las ideas de la izquierda– y Armando Benedetti –llegado a última hora y con investigaciones a cuestas– eligió a este último.
Pareciera una versión moderna de Fausto, la tragedia de Goethe, esta vez Gustavo Petro parece haber sellado su propio pacto con “Mefistófeles” para mantener el poder, y como Fausto se dará cuenta demasiado tarde que el precio de su ambición habrá sido entregar el alma de la izquierda colombiana.
Al permitir la entrada de Daniel Quintero al Pacto Histórico, el presidente arriesga la esencia de un ideario que prometía renovación y limpieza.
De todas maneras la consulta interna no está definida. El Consejo Nacional Electoral ha dicho que los partidos para poder medirse como Pacto Histórico tienen que limpiar sus investigaciones. Y en el caso del Polo Democrático de Iván Cepeda no es fácil resolver en unos pocos días la investigación de violación de topes electorales que lo afecta.
Pero el Gobierno ha demostrado saber cómo salir avante de todos sus líos jurídicos. De manera que si se llega a dar la consulta en un mes, una buena forma de sanción social sería abstenerse de participar.
O mejor sería que el presidente Gustavo Petro reflexionara y corrigiera el camino. Lo cual suena ingenuo a esta altura de su gobierno. Sin embargo, el mandatario a menudo recuerda que está en la Presidencia gracias a los jóvenes del “estallido social”. Y si en algo estamos de acuerdo todos es que los jóvenes en ese entonces no se lanzaron a las calles para repetir los vicios de la vieja política ni mucho menos para darle paso a la corrupción o las componendas. ¿Petro les va a quedar mal?