No pueden ser los criminales los que controlen distintas actividades en Robledo con amenazas y ataques sicariales. Es tal la presión de las bandas que el mes pasado fue de constante zozobra y cese obligado de actividades para los conductores de buses y colectivos que trabajan en esa zona y son obligados a pagar hasta dos “vacunas”. Desmantelar las bandas es un proceso complejo y exige trabajo constante de la fuerza pública y el acompañamiento de la comunidad para que esa tarea sea efectiva. La gente de bien en la ciudad merece vivir en paz. Ningún bandido puede prosperar.
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