Muy incómoda la situación para el embajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente Alzate, para la Cancillería y para el Gobierno. Que en una finca de propiedad suya y de su familia, en Cundinamarca, haya sido encontrado -y ya desmantelado por las autoridades- un laboratorio de producción de cocaína, ha puesto su nombre en medios de medio continente, asociando los sempiternos clichés del país en el exterior: funcionarios y asuntos de narcóticos. No hay acusaciones contra él, su honra no debe ser pisoteada. Ha dado explicaciones que, no obstante, no lograron parar la repercusión de la noticia.
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