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2017: el regreso del hombre a la Luna, esta vez para explotarla

La Agencia Federal de Aviación de EE. UU. otorgó licencia a una empresa para aterrizar en el satélite y buscar helio-3 y platino. Las dudas rondan el hito.

  • La decisión de la Agencia Federal de Aviación estadounidense abrió la discusión en el mundo sobre la conveniencia o no de la explotación de los recursos mineros lunares. ¿Detrás de qué van los inversionistas de este proyecto?. FOTO CORTESÍA NASA
    La decisión de la Agencia Federal de Aviación estadounidense abrió la discusión en el mundo sobre la conveniencia o no de la explotación de los recursos mineros lunares. ¿Detrás de qué van los inversionistas de este proyecto?. FOTO CORTESÍA NASA
2017: el regreso del hombre a la Luna, esta vez para explotarla
13 de agosto de 2016
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20
millones de dólares recibirá Moon Express si logra su hazaña en la Luna.
3
millones de dólares cuesta llevar las cenizas de un humano a la Luna con Moon Express.

El 21 de julio de 1969, 500 millones de espectadores vieron en sus pantallas de televisión al astronauta Neil Armstrong, tripulante de la misión Apolo 11, siendo el primer hombre en pisar la Luna.

El 3 de agosto de 2016, Moon Express, una firma con sede en La Florida, se convirtió en la primera en recibir permiso para realizar una misión al satélite en una cápsula no tripulada, cuando decenas de compañías solo han viajado dentro de la órbita terrestre.

Finales de 2017. Con la licencia de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos, Moon Express enviará una sonda del tamaño de un maletín que permanecerá en la superficie lunar durante dos semanas. Llevará una carga comercial (que incluye restos humanos cremados), transmitirá imágenes en vivo a la Tierra y recorrerá 500 metros buscando codiciados gases y metales.

Así las cosas, la misión de Moon Express, bautizada como MX-1E, pretende abrir un nuevo sector industrial, la minería lunar. Cuando los desplazamientos por terreno estén afinados por completo, la empresa iniciará la extracción de platino y helio-3, fuentes de combustible que podrían significar el comienzo de la energía de fusión limpia, hasta ahora solo contemplada en la ciencia ficción.

Aunque la empresa todavía trabaja en la fabricación de su cápsula y del cohete que la impulsará, las pruebas prometen que el próximo año logrará la hazaña, con lo que su proyecto será el favorito para ganar el Google X Lunar Prize, un premio de 20 millones de dólares por el que compiten 16 pequeñas empresas con la idea de llegar a la Luna.

Los EE. UU., la Unión Soviética y China son las únicas entidades que han alunizado con éxito. El Tratado del Espacio Exterior, que regula la exploración gobierno del mundo celeste, fue adoptado por las Naciones Unidas y entró en vigor en el año 1967. El tratado exige “entidades no gubernamentales” para recibir “la autorización y supervisión continua por parte del Estado, parte apropiada para la Tratado”.

Tesoros en la Luna

La evolución geológica de la Luna ha sido diametralmente distinta a la de la Tierra. Mientras en el satélite son abundantes y alcanzables minerales tan ricos como el titanio, con el que se pueden construir partes para el cuerpo humano o vehículos voladores, en el Planeta Azul están entre las rocas, bajo la corteza terrestre y en cantidades menores.

La Luna ofrece entonces posibilidades todavía sin calcular para el ser humano. “El problema radica en llevar la volqueta al espacio y traerla repleta”, advierte Jorge Zuluaga, coordinador del pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia.

Y es que aunque el hombre ya demostró que pudo superar los retos técnicos para ir al satélite, Zuluaga dice que el obstáculo para regresar, después de 1961, son los costos y las dificultades para recibir un retorno económico.

“Una agencia espacial madura puede hacerlo. Incluso yo mismo he llegado a plantear en ciertos círculos la idea de que Colombia debe meterse en una misión lunar, pero el viaje es largo, riesgoso para un tripulante y la voluntad política no existe”, continúa el astrónomo.

Por estas razones, países como Estados Unidos están fomentando que sean las empresas privadas las que proyecten las nuevas misiones, según explica el coronel Carlos Corredor, jefe del Departamento de Asuntos Espaciales de la Fuerza Aérea.

De hecho, explica, la NASA ni siquiera produce sus propios cohetes para el lanzamiento de satélites y ahora depende de particulares. Corredor cree que Colombia podría tener posibilidades, aunque “no es realista pensar en ellas”, teniendo en cuenta que en la pirámide del desarrollo espacial, la exploración y explotación de otros mundos están en los escalones superiores, “y Colombia aún no pasa del primero”.

No obstante, siendo la extracción de recursos en manos de privados, una forma de resolver la sustentabilidad de ir a la Luna, varios son los recursos que alientan a empresas y países en esta nueva y lucrativa carrera espacial.

El primero, detalla Zuluaga, es el helio-3, una variante del gas helio, abundante en la Luna y en muy pocas cantidades en la atmósfera de la Tierra, donde hay 100 veces menos reservas que en el satélite y el precio de un kilogramo supera el millón de euros en el mercado.

“Es un gas muy liviano y casi todo el de nosotros se ha escapado, mientras en la Luna, como no hay campo magnético, se quedó dentro de los átomos de las rocas”, cuenta el investigador de la U. de Antioquia, y añade que el elemento se vislumbra como el uranio del futuro, al ser esencial para desarrollar energía con fusión nuclear, beneficiosa porque a diferencia de la fisión nuclear, empleada en la actualidad, genera menos residuos radioactivos peligrosos.

Siendo así, para Zuluaga, hacer minería en la Luna abre horizontes de productividad e investigación. Lo que sí le preocupa es el efecto sobre la igualdad y la justicia, ya que se trate de metales, tierras raras y gases valiosísimos que aunque pertenecen a toda la humanidad, son alcanzables para muy pocos.

Un marco legal débil

¿Quién es el dueño de la Luna? ¿Por qué Estados Unidos otorga una licencia para explorar y explotar en el satélite? ¿Quiénes tienen ese privilegio?

Los interrogantes rondaron el anuncio de la autorización que recibió Moon Express, con el agravante de que el vacío legal y científico es tan amplio que no existe una sola respuesta.

La primera la da la Agencia Federal de Aviación de EE. UU. Hank Price, portavoz del organismo, le respondió a EL COLOMBIANO que en 1985 la ley federal de su país le otorgó a esa oficina la autoridad para supervisar, regular y autorizar los lanzamientos de cohetes comerciales. “Sin embargo, una vez completada la fase de lanzamiento de una misión, no tenemos potestad para supervisar y regular licencias en el espacio”, advierte.

Price es claro en que lo que realmente aprobaron fue que el vehículo con el que Moon Express llegará a la Luna no representa ningún peligro significativo para los que participan en la puesta en marcha, que tampoco perjudicará los intereses de seguridad y política exterior nacional, que la empresa puede cubrir cualquier daño potencial si hay algún percance o accidente y que la carga que llevarán cumple con todas las normas de la Ley de Protección Ambiental del país.

Con esta salvedad, ¿quién entonces regula que un privado vaya con fines extractivos al espacio?

El Tratado de la ONU sobre los Principios que Deben Regir las Actividades de los Estados en la Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre, incluso la Luna y otros Cuerpos Celestes, que entró en vigor en 1967, da algunas pistas.

El documento aclara que la exploración y utilización del espacio “deberá hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e incumbirá a toda la humanidad”, “habrá libertad de acceso a todas las regiones de los cuerpos celestes” y “no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.

A este tratado se suman cuatro más que han procurado en los últimos 50 años regular las intervenciones del hombre en el espacio exterior. Sin embargo, en la práctica, su cumplimiento es nulo.

Para Edgar Iván León, experto en propiedad intelectual de la Universidad del Rosario, las normas están desactualizadas, fueron suscritas en tiempo de Guerra Fría, cuando la seguridad de las potencias era la única preocupación de que el hombre se tomara el espacio y de que la Luna fuera pensada, por ejemplo, como una base de ataques bélicos de un país hacia otro.

Colombia, por ejemplo, solo ha ratificado dos de los tratados, según el coronel Corredor, por un tema de defensa, “porque están en contravía del artículo 101 de la Constitución Política Colombiana, en donde se considera la órbita geoestacionaria como parte del territorio nacional”.

La previsión de que en el satélite se pudieran explotar recursos era difícil de imaginar. No obstante, ahora, cuando es un hecho, parece haber una regla tácita: “Los más ricos, los que tienen posibilidad tecnológica de llegar espacio son los únicos que se pueden adjudicar la propiedad sobre este, como en la época de la Conquista. La Luna es de quien pueda llegar a ella”, considera León.

Siendo así, países como Colombia quedan excluidos de la posibilidad, y solo Estados Unidos, la Unión Soviética y China, los tres que han podido alunizar con dispositivos tripulados o robotizados en la Luna, serían los dueños.

Múltiples vacíos

Los principios de que la humanidad es la única con potestad sobre el espacio y también la única con derecho a gozar de sus beneficios parece estar desvirtuado con las metas de Moon Express.

Según Carlos Arévalo, internacionalista de la Universidad del Rosario, la razón es que existe un vacío regulatorio: “Los tratados no le cierran la puerta a la exploración y a la explotación en la Luna, pero tampoco dejan claras las condiciones”.

De hecho, aprovechándose de que la norma prohíbe explícitamente a los países apropiarse del espacio ulterior y no a personas, el empresario estadounidense Dennis Hope registró la Luna a su nombre en 1980 y, según varios medios norteamericanos, vende 1.500 parcelas por día y acumula 120 millones de dólares.

Aunque para Arévalo y para León lo anterior es imposible, porque “para ejercer dominio tienes que poder entrar en posesión de la propiedad, y sin mecanismos tecnológicos este hombre y sus compradores no han podido llegar la Luna”, explica el segundo, la desregulación es evidente.

“Los tratados dejan claro que nadie puede apropiarse de pedazos de la Luna, ni siquiera teniendo una base espacial, pero son tan difusos que cada uno lo interpreta a su amaño, y eso aumenta el riesgo de que haya futuras protestas entre gobiernos”, continúa el internacionalista.

Por eso, advierte, “aunque suene lunático”, será necesario que los países y las Naciones Unidas se preocupen por actualizar las normas, ratificarlas y controlar la actividad en el espacio, ya que podría terminar sucediendo que “alguien llegue a la Luna, ponga los taladros y diga que le pertenece”.

1967
el año en que Naciones Unidas comenzó dictar normas sobre el espacio.
Infográfico

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