Como una forma de protección, de pequeños siempre nos dijeron: “no hables con extraños ni recibas cosas de quien no conozcas”. Sin embargo, los psicólogos hoy se atreven a dar un argumento distinto, obviamente teniendo las precauciones respectivas.
Hablar con extraños representa algunos beneficios de los que poco se habla, no solo de carácter social sino emocional.
Es que eso de hablar con extraños toma fuerza en distintas partes del mundo. Recientemente, se celebró en Vancouver, Canadá, la iniciativa llamada Say hi to a stranger (Di hola a un extraño). Según el diario El País de España, “la ciudad tiene fama de ser fría y poco amigable, por eso algunos se han propuesto hacer algo al respecto. Cada cierto tiempo se celebran jornadas bajo este slogan y se les invita a tomar fotos o videos de este singular acontecimiento y colgarlos en las redes sociales”.
Respecto a esta idea, Elizabeth Dunn, profesora de psicología de la University of British Columbia, en Canadá, realizó un experimento en el que comprobó que cuando las personas interactúan con desconocidos se comportan de forma agradable y pueden mejorar su estado de ánimo, los hace sentir más alegres y parte de una comunidad.
Alejandro Carvajal, psicólogo y director de Casa del Alma, señala que “permitirnos establecer una conversación con quien no conocemos nos puede traer los siguientes beneficios: conocer la historia del otro y sorprendernos de su individualidad, abrir caminos y oportunidades sociales, laborales y de negocios. Identificarnos con ideas, gustos, hobb ies o aficiones y aprender o avanzar en nuestro proceso del saber. Al encontrar puntos de vista diferentes a los nuestros, aprendemos a entender al otro, a aceptar otras miradas, respetar y asumir opciones de conciliación”.
Eliminar prejuicios y mejorar las herramientas de socialización y comunicación son otras de las ventajas representativas de este tipo de prácticas.
Agrega Alejandro que al hacerlo es posible que las personas sean la solución de otras ante un determinado problema a partir del conocimiento individual. Además, para quienes tienen dificultades para entablar conversaciones con otros es una herramienta para enfrentar las inseguridades y desarrollar, de a poco, la espontaneidad.