En 1996 el escritor italiano Alessandro Baricco publicó la novela “Seda”, en la que cuenta la historia de un viajante, Hervé Joncour. En un momento del relato el protagonista es interrogado y responde precipitado las preguntas, no se detiene. “Se interrumpió solo cuando sus ojos repararon en la taza de té posada en el suelo. La cogió con una mano, la llevó hasta los labios y la bebió lentamente”. El té era el momento de detenerse, contemplar y pensar.
Estas tres acciones son las mismas que pretenden divulgar en Arté, un evento que sus organizadores describen bajo el concepto de bienestar. La intención es invitar a reflexionar durante tres días alrededor del té, la arquitectura, el diseño y el arte. Empezó ayer en el Hotel Selina de Provenza e irá hasta mañana, 20 de noviembre.
Lucrecia Piedrahíta, una de sus organizadoras, cuenta que para ella la experiencia de tomar la bebida oriental puede describirse como “un gesto de hospitalidad, porque cuando invitas a alguien a tomarla le estás ofrendando tu casa, tu espacio, tu espíritu. Es un ritual de comunicación íntimo y profundo”. No es solo un agua con sabores, es una experiencia en sí misma.
Explica que cuando se está en una ceremonia del té, “los problemas quedan por fuera del espacio donde se dispone uno para tomarlo y hay una disposición de cuerpo y del espíritu para hablar bien, entenderse y comunicarse realmente con el otro”. Valores que durante la pandemia resaltaron por su importancia, cuenta.