La noticia de los chiflidos al cantante argentino Andrés Calamaro llegaron a las páginas de la prensa internacional. El hecho se dio en La Macarena, cuando el compositor de Flaca hizo ante el micrófono un comentario a favor del regreso de las corridas de toros a Medellín. Una parte del público se molestó y no dudó en chiflar al argentino. Las cosas no pasaron a mayores, el concierto pudo concluir y la noticia fue recogida por varios medio informativos.
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Las tensiones entre los amantes de la fiesta brava y los animalistas no son recientes. Y, además, Calamaro no es el único artista que ha manifestado devoción por el toreo y la iconografía de los toreros.
Escritores, pintores, cineastas, actores han tenido un vínculo con la vida que se juega en el ruedo. El primer nombre que se le viene a la mente a los lectores es el de Ernest Hemingway, quien escribió al menos dos libros relacionados con el toreo español: Fiesta (1926) y Muerte en la tarde (1932). El Nobel estadounidense quedó prendado de esta fiesta en su visita a los Sanfermines. En Colombia, en años más recientes, la pluma de Antonio Caballero defendió y escribió sobre toros en la prensa. Su libro Toro, toreros y públicos es una antología de su trabajo de cronista en las plazas de toros de España y Colombia. Otro de los ejemplos de esta pasión es el del pintor Fernando Botero: además de haber estado en una escuela de Tauromaquia en Medellín, el antioqueño ha incluido en sus cuadros referencias abiertas a los toreros y banderilleros.