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Su hijo no quiere ir al colegio, llora e insiste en que sus compañeros lo molestan por un rasgo físico, su personalidad o gustos. Ante la pregunta de qué hacer cuando los más pequeños tienen una crisis emocional producto del matoneo escolar, la incertidumbre en el momento puede ser más grande que las soluciones.
En las últimas horas se viralizó el video de un niño australiano de 9 años llamado Quaden Byles. Su madre lo graba mientras él llora y expresa su frustración por el bullying que le hacen en el colegio a causa de su enanismo. Pocas horas después, el actor Hugh Jackman, conocido por su papel en Wolverine, le envió un mensaje de apoyo vía redes sociales y el comediante Brad Williams (con enanismo también) inició una campaña para recaudar fondos y llevar al pequeño a Disney.
La madre dice en el video que le gustaría mantener la situación en privado pero que lo publica para crear conciencia de lo mucho que puede afectar el bullying a un niño de 9 años. Santiago Gualteros, psicólogo, terapeuta infantil y magíster en psicología clínica de la Universidad Nacional señala cuatro herramientas que le pueden resultar útiles para ayudar sus hijos en ese caso:
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1. ¿Por qué lloras?
Gualteros señala que es muy importante validar la razón del llanto. Más que preguntarle por qué llora, es más conveniente explorar cómo se siente. Si está enojado, triste o frustrado, por ejemplo. “En la exploración de esas emociones es importante prestar mucha atención a los mensajes. Si el niño se abre a contar algo que le pasó hay que recordar el orden en que cuentan las cosas”, apunta Gualteros. Esto le puede ayudar por qué está pasando el acoso.
2. Generalizar es juzgar
Suele ser común en los padres decirle a los hijos cómo se deben sentir, pero Gualteros afirma que es importante ahondar en el caso individual y darle la seguridad al hijo de que sus emociones son únicas y no hay nada malo en sentirlas. “Aquí hay que establecer una cercanía con el niño para darle la seguridad de que no está solo. Puede ser un vínculo emocional por medio del contacto físico o el juego”, dice.
3. Vamos a cambiarlo
Una vez el niño se abra a contar la situación, es importante que los padres le den la sensación de que existe una solución tangible al problema. “Pueden pensar en soluciones juntos. Si le dicen al niño que lo van a cambiar de colegio o a hablar con los profesores, que sea un interés real y que de verdad suceda”, sentencia Gualteros.
En su experiencia tratando menores hace más de 7 años, el terapeuta encontró el caso de un niño que mejoró mucho cuando sus padres le dijeron que lo iban a meter a un curso de artes marciales y defensa personal. Para algunos funcionan los cursos, para otros los cambios de colegios o vivienda, no hay fórmulas y lo más importante es explorar la situación. Si es difícil que el menor exprese lo que siente, es recomendable consultar a un profesional.
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4. Comprender las señales
Gualteros finaliza diciendo que el contacto con un niño no es únicamente por la vía verbal. Mediante el juego y el deporte los padres pueden establecer una relación. Y es en esa relación en la que se le puede enseñar a no sentirse mal por ser diferente. “Entre más compartan en la vida cotidiana, en la diversidad del mundo, más se le puede enseñar a ver la diferencia como algo normal y lleno de ventajas”, sentencia apunta el psicólogo.