Aunque Carlota Sandoval nació en Bath, Reino Unido, es colombiana. “Lo descubro a diario”, dice. Sus padres son colombianos, sus amigos, sus recuerdos, sus costumbres, las obras que le salen, todo en su vida, menos su hogar: vive en Francia. Se mudó allí después de terminar el colegio en el Liceo Francés de Bogotá para estudiar artes.
Su trabajo se relaciona con las cosas mínimas del día a día, por ejemplo el trabajo final de su maestría es sobre el aseo. También para una obra reconstruyó la cama de su mamá, como un símbolo de la infancia con el que cualquier persona puede conectar y reflexionar. Son pequeñas situaciones cotidianas que invitan a pensar y reflexionar.
En esta entrevista, habló sobre su obra, el arte contemporáneo, la poesía y lo que significa, siendo extranjera, ganarse el Pierre Cardin, al que solo se entra en competición si un miembro de la Academia Francesa de Bellas Artes te postula. Para ella fue una sorpresa.
¿Cómo entró en competencia por el Pierre Cardin?
“Este año, que era el final de mi maestría, empecé a aplicar a residencias. En una de esas algún jurado retuvo mi aplicación y postuló mi trabajo a los demás miembros de la Academia. Cuando me preseleccionaron me emocioné mucho, es un premio importante y yo no tenía idea de que me habían postulado y ese ya era un logro. Un mes después recibí otro correo diciéndome que había ganado en la categoría de escultura por mi obra en general.
Me siento muy honrada en recibirlo siendo colombiana, extranjera y joven. Es un premio muy importante en general, me abre muchas puertas, pero sobre todo me motiva a seguir trabajando y a encontrar nuevos espacios para exponer, y nuevos artistas con los que colaborar”.
¿Cómo describiría su obra?
“En mi trabajo hablo sobre experiencias personales que me marcan el día a día, para que las demás personas reflexione sobre su propia experiencia. Hablo sobre el tiempo, la mayoría de mis trabajos evoca mucho el pasado, volví a crear la cama de mi mamá cuando niña, eso es algo en lo que todos nos podemos reflejar, todo el mundo tiene, o tuvo, una mamá, si pensamos en esa persona cuando fue un niño, pensamos en nuestra infancia.
Esa pieza habla en particular sobre un desplazamiento, un conflicto armado y digamos que a mí me gustaría aclarar que mi obra no está comprometida políticamente, no es lo que a mí me interesa sino que es más hablar de lo que pasa socialmente, lo que es importante para mí es la historia de mi mamá, una historia que quiero contar, más por el lado personal, por el lado de los recuerdos.
Cuando me vine a los 17 años no estaba tan consiente de lo que yo como persona representaba y acá sí me di cuenta que no soy francesa, soy extranjera, soy colombiana”.