Cuentan que cuando los primeros nadaístas de Medellín llegaron a Cali para promocionar su movimiento, varios cómplices se les unieron y les apoyaron, incluso en una petición pública que para algunos fue una demanda surrealista, violenta y sin contexto, mientras que para otros, la viva reposición del arte negativo en Colombia: que reemplazaran el busto de Jorge Isaacs por uno de Brigitte Bardot en un acto de compasión estética.
Cuentan que entre esos cómplices estaba incluido José Mario Arbeláez Ramos o Jotamario Arbeláez, como empezó a firmar después y para siempre el poeta. Tras sumarse al movimiento, que impregnó con un nuevo tinte, igual que los demás miembros, las formas de producción y de recepción artística, invitaba a los más allegados a su velación, tal como lo explica Juan José Cadavid Ochoa, doctor en Humanidades de EAFIT: “La muerte de Jotamario consistía en propiciar reuniones de artistas y literatos alrededor de un evento funerario en el que el cuerpo del artista reposaba acostado en un ataúd, oyendo los lamentos por su deceso y, ocasionalmente, participando en las conversaciones que se daban en el recinto expositivo alternativo”.