Mientras más se calienten las ciudades, menos carbono retienen sus árboles al frenar su crecimiento y ralentizarse la fotosíntesis.
El hallazgo, con implicaciones en las políticas públicas de arborización y la contribución de las urbes al calentamiento global, fue hecho por investigadores encabezados por Emily Meineke y publicado en Proceedings of the Royal Society B.
En el estudio con 40 robles seguidos durante dos años, se encontró que la reducción en el secuestro de carbono es del 12%, una cantidad importante en términos de la emisión de gases de invernadero.
Básicos en casi todo ecosistema terrestre, los árboles regulan el clima local y global, filtran el agua y son hábitat de una amplia biodiversidad.
En el proceso de fotosíntesis toman CO2 de la atmósfera e incorporan sus componentes en sus tejidos, con lo que reducen las concentraciones de dióxido de carbono y el calentamiento global, recordaron los autores.
Sabido desde hace muchas décadas que las plantas urbanas albergan más insectos plagas debido a que el calor favorece su supervivencia y reproducción.
Los investigadores querían ver cómo esas plagas y el calor urbano podía afectar el crecimiento de los árboles.
¿Qué sucede?
Meineke dijo a El Colombiano que “la evidencia señala que el calor urbano es un factor estresante que reduce el secuestro de carbono. Nuestras medidas del intercambio de gas en las hojas sugiere que los árboles más calientes pueden crecer menos dado que no tienen acceso a suficiente agua”.
Y no es que haya un umbral de temperatura a partir del cual la retención de carbono sea ineficiente sino “más bien una reducción lineal en el crecimiento del árbol con el calentamiento urbano”.
Los científicos escogieron 20 parejas de robles Quercus phellos en Raleigh, Carolina del Norte, Estados Unidos. A uno se le trataba para controlar las plagas, al otro no.
Se hizo un seguimiento durante dos años midiendo la circunferencia del tronco y cuántas ramas crecían. Además se midió la fotosíntesis.
Se encontró que en los sitios más calientes los árboles tenían más insectos, el doble cuando la temperatura pasaba los 16,4 °C.
Los árboles sin insectos tenían más crecimiento de ramas, pero en los sitios más calientes el crecimiento del tronco era menor independiente de la presencia de los insectos (trepadores y ácaros).
Selección
Pero ¿qué puede hacerse para contrarrestar el efecto?
“La selección de especies en las ciudades es la clave. Si el secuestro de carbono es un servicio que queremos preservar, escoger las especies que lo provean a pesar del calentamiento y la baja disponibilidad de agua”, dijo Meineke.
El cedro es de las especies más resilientes ante la sequía.
Ahora, se podría suponer que en la zona tropical la situación es peor para los árboles, pero no se sabe, es un asunto para hacerle seguimiento, en palabras de la investigadora, quien hizo el estudio cuando estaba en la Universidad del estado de Carolina del Norte, pero ahora trabaja en Harvard.
Para la investigadora el calentamiento de las ciudades es malo para los árboles y esos efectos reducen servicios importantes para la gente. “Esperamos que sean más pronunciados a medida que el clima global se caliente”.
Un hallazgo que refuerza la necesidad de hacer verdes las ciudades para refrescarlas.