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Al preguntarle a los lectores de Tendencias de El Colombiano, en la página de Facebook Mutis, qué estaba haciendo cuando se enteraron del atentado de las torres gemelas de Nueva York, muchos lo describieron con detalle.
Hoy se cumple un nuevo aniversario de los cuatro atentados terroristas en suelo estadounidense. En el ataque a la ciudad de Nueva York murieron casi 3.000 personas y hubo más de 6.000 heridos.
El hecho de que se recuerde qué se estaba haciendo el 11 de septiembre de 2001 y no de qué se estaba haciendo el 11 de septiembre de 2000, “se debe a las interacciones entre la amígdala y el hipocampo, que posibilitaron que la información contextual y episódica relacionada con el atentado se consolidara de forma muy potente en la memoria”, asegura Diego Ripoll en su libro El cerebro estresado.
“La memoria consciente, o declarativa, tiene dos elementos, la memoria verbal, ligada al lenguaje, y la memoria episódica, ligada a los eventos”, según cuenta David Pineda, neurocientífico de la Universidad de Antioquia. Dentro de esta última (episódica), también llamada memoria autobiográfica, hay dos dimensiones: los eventos recientes como las horas, días semanas y los eventos antiguos, de varios años.
Así que por esto la memoria autobiográfica es subjetiva. “Nos acordamos de lo que queremos acordarnos de la manera en que queremos”, replica Pineda.
Ya lo decía Gabriel García Márquez en sus memorias: “Los hechos que cuento aquí probablemente no ocurrieron de la forma en que los cuento, sino de la manera en que quisiera que hubiesen sucedido”, o “la vida es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.
Los antropólogos hablan de las temporalidades espaciales, aseguran que los seres humanos usan las fechas en referencia a su propia vida. Sobre esto Pineda se manifiesta de acuerdo: “Así es, mis padres hablaban del día en que mataron a Gaitán. Mi abuelo se refería con frecuencia a la guerra de los mil días, a la cual le tocó ir teniendo apenas 12 años”.
Así que quienes vivieron la muerte de John F. Kennedy, el atentado a Juan Pablo II, la muerte de Galán, la tragedia de Armero, el atentado al Palacio de justicia, el terremoto de México y la muerte de Pablo Escobar, por ejemplo, pueden referir con exactitud dos elementos: ¿qué estában haciendo? y ¿por qué lo recuerdan?
Pineda, por ejemplo, cuenta que cuando mataron a Pablo Escobar, un 3 de diciembre, él y sus colegas se dirigían a un congreso en Miami. El vuelo aterrizó a las tres de la tarde. Ese día no les hicieron inmigración, los agentes saludaron con apretón de manos a todos los pasajeros y los aplaudieron en la sala de entrega de maletas. “No sabíamos qué estaba pasando. Nos vinimos a enterar en el hotel cuando los de la recepción nos felicitaron por la muerte de Escobar... obvio, nosotros, médicos neurólogos, no teníamos nada que ver con el asunto”.
Así que no es casualidad que Gabo titulara su autobiografía: Vivir para contarla, y que dijera que podían usar ese texto como otra de sus novelas.