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En Medellín ya se puede visitar a la felina albina

Por ser albina y ciega, le adecuaron un espacio a su medida en el ahora Parque de la Conservación, antiguo Zoológico de Santafé. No puede regresar a la selva.

  • La felina albina duerme plácidamente en su nuevo hogar. Foto: Camilo Suárez.
    La felina albina duerme plácidamente en su nuevo hogar. Foto: Camilo Suárez.
  • Esta es una de las nuevas zonas que tiene adecuada la felina para hacer sus actividades. Foto: Cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
    Esta es una de las nuevas zonas que tiene adecuada la felina para hacer sus actividades. Foto: Cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
06 de julio de 2022
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La felina recorre a tientas el césped enlodado en el Parque de la Conservación, antes zoológico Santafé. Como es ciega, cautelosa se mueve entre los troncos para no lastimarse. Afila sus uñas en la madera, olisquea y rastrea los olores que hay a su alrededor. Algunas veces sus presas ya listas para ser digeridas cuelgan de una red que tiene como techo, y entonces salta. O intenta saltar. Otras veces las busca enterradas en la tierra, algo que hacen a propósito sus cuidadores para que aprenda a cazar, aunque no vaya a salir de allí. Lo llaman acondicionamiento, en el que le enseñan sus habilidades primarias. Eso debió hacerlo su madre, pero no alcanzó.

Una casa justo a la medida

En el Parque de la Conservación le hicieron una casa a su medida: tiene un hogar rodeado de texturas como la madera, en las que puede afilar sus garras. Hay troncos de árboles de alturas medianas, para que trepe sin lastimarse y una fuente rocosa de la que emana agua para cuando tenga sed.

La casa de la felina tiene paredes verdes. Hay una pequeña choza con heno, en la que suele recostarse al mediodía para cubrirse del sol. Por ser albina es sensible a la luz y corre el riesgo de desarrollar más adelante un cáncer de piel. Se cubre bajo el techo, se estira y se encorva. A veces adormilada pone su cuerpo en posición hacia arriba y deja ver su pequeña nariz rosada y sus blancos dientes afilados. Se siente cómoda. Ya cumplió ocho meses y ésta bien de salud.

La historia

La hallaron en noviembre de 2021 unos habitantes del municipio de Amalfi, Antioquia. Los veterinarios dicen que si no hubiera sido socorrida habría muerto en la naturaleza a merced de la lluvia y el sol. Hay dos teorías: una, que su madre la rechazó por ser albina, y otra, que alguien la tomó mientras su madre iba de caza.

Entonces se corrió la voz de que en una vereda tenían a una cría muy blanca, con un peso que luego sabrían sería de 404 gramos y unos oídos sin terminar de desarrollarse. La vida de la primera felina silvestre albina de Colombia pendía de un hilo.

La Alcaldía de Amalfi llamó a las autoridades competentes, al Área Metropolitana del Valle de Aburrá y a la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia —Corantioquia—. Llegaron bomberos preguntando en cada casa por ella, hasta que en una se encontraron de frente con el pelaje blanco grisáceo por la suciedad, apenas con una o dos semanas de vida.

En las revisiones hechas por médicos de la Universidad CES se dieron cuenta de que tenía una neumonía severa —quizá por dormir, quién sabe cuántas noches en el sereno—. Con el paso del tiempo agudizó sus sentidos del olfato y el tacto, pero no el de la vista. Tiene un déficit visual común por su albinismo que le permite diferenciar algunas tonalidades de luz.

Este es uno de los motivos por los que los especialistas, en compañía de Corantioquia, tomaron la decisión de dejarla en el Parque: si no ve bien se le haría muy difícil cazar o cuidarse de otros depredadores. Además al ser blanca es presa fácil.

Esta es una de las nuevas zonas que tiene adecuada la felina para hacer sus actividades. Foto: Cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Esta es una de las nuevas zonas que tiene adecuada la felina para hacer sus actividades. Foto: Cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

En el Parque de la Conservación la recibieron especialistas interesados en conocer más sobre su extraña condición difícil de encontrar en su especie, que por su tamaño mediano, orejas grandes, ojos expresivos y su sentido auditivo podría ser un ocelote, un animal que abunda en Colombia y que se encuentra en peligro de extinción. Necesitan más tiempo para determinarlo.

La felina todavía se encuentra en proceso de acondicionamiento. Inició con alimento húmedo y concentrado especial para gato. Ahora en su nueva casa come tres veces al día y recibe carnes rojas, pollo y pequeñas presas completas como mamíferos y aves que le aportan un porcentaje de nutrientes que suple unos requerimientos nutricionales, dice Laura Saavedra, nutricionista del Parque de la Conservación.

Ahora no se encuentra en peligro. Es un animal crepuscular, lo que significa que sus momentos más activos son en el día a las seis de la mañana y en las tardes cuando cae la noche. Es muy buena rastreadora y mala cazadora. No hace mucho ruido, hay momentos en los que se oculta en una habitación cerrada que tiene para cuando le molesta el sol. Está recostada en el heno, mientras se cubre del sol.

“Es una felina solitaria (por su especie no se le hace fácil convivir con otros)”, comenta Ana Sánchez, la bióloga. A su alrededor suenan los maullidos de los vecinos pumas, tigrillos y ocelotes .

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