Para la historia quedó una imagen: el papa Francisco reza, a media luz y bajo una lluvia lenta, en la Plaza de San Pedro en Roma. Fue hace un año, el 27 de marzo de 2020. La plaza está desierta y callada, solo el sonido de las sirenas de las ambulancias lograban romper el silencio filoso del momento. Una ceremonia inédita, el mundo siguió la bendición Urbi et Orbi a través de los medios e internet. Dos semanas antes la covid-19 se había convertido en una pandemia. Y entonces todo cambió, hasta la forma en la que los católicos celebraron la Semana Santa.
Las procesiones quedaron canceladas y las misas y los ritos migraron a las pantallas, mientras el virus se propagaba, dejaba miles de muertos y otros luchaban por salvar sus vidas en los hospitales. “Fue sin la participación de los fieles en los templos y con la premura de que no teníamos planeado hacerla virtual, fue de una manera muy improvisada”, dice el presbítero Diego Díaz, delegado para las comunicaciones de la Arquidiócesis de Medellín.
Este año es casi similar, pero con preparación. Ante la necesidad de encontrar cómo estar en contacto con los feligreses y al mismo tiempo cuidar la salud, los sacerdotes en las distintas iglesias del Valle de Aburrá y municipios de Antioquia acuden a las plataformas como YouTube y Facebook Live para transmitir los eventos que hacen parte de la Semana Santa.
Según Díaz, no se programaron procesiones porque “la celebración se va a centrar solo en aquello que es fundamental, es decir, las acciones litúrgicas que se viven al interior de los templos, cada párroco tuvo en cuenta, a raíz de los aprendido el año pasado, que tiene la posibilidad de los medios virtuales para llegar a los hogares”. No todas las personas pueden ir, el aforo máximo de asistencia en los templos es del 35 %, cumpliendo las medidas de bioseguridad.
Resalta que ha sido un desafío migrar a lo virtual debido a que “muchos de los sacerdotes no habían tenido un manejo o acercamiento con la tecnología, son personas que a lo mejor solo sabían usar las funciones básicas de un celular o un computador, entonces este tema de las transmisiones se convirtió en un nuevo aprendizaje para ellos”.
Otra dificultad a la que por estos días se han tenido que enfrentar los párrocos para llegar hasta las familias en sus casas ha sido la conectividad: “No todas las parroquias tenían acceso a internet desde los templos, entonces les tocó instalar sistemas que permitan las transmisiones”.