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Atentos, salseros: por sus quince, Son Havana trae a Los Van Van

Con motivo del aniversario quince de la discoteca, su fundador organizó dos conciertos con Los Van Van. EL COLOMBIANO habló con el gestor del proyecto.

  • Julio Restrepo es el creador de Son Havana, el bar de salsa que cumple quince años haciendo azotar baldosa a los paisas. Fotos: Cortesía y Camilo Suárez.
    Julio Restrepo es el creador de Son Havana, el bar de salsa que cumple quince años haciendo azotar baldosa a los paisas. Fotos: Cortesía y Camilo Suárez.
04 de junio de 2025
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La historia de la salsa en Medellín está asociada con el coleccionismo de las décadas de los setenta y ochenta, con los bares que aparecieron en distintos puntos de la ciudad, con la radiodifusión que estuvo –y está– a cargo de Latina Stereo.

En esa cronología la fundación de Son Havana de la 73 constituye un hito. En efecto, hace 15 años el melómano Julio Restrepo Molina abrió las puertas de una de las discotecas que se ha convertido en uno de los santuarios de la melodía fina y del azote de baldosa.

Para celebrar el aniversario, Julio invitó a Los Van Van de Cuba a presentarse el 6 y 7 de junio en The Green Club (Calle 51 # 73-106).

EL COLOMBIANO conversó con Julio sobre la salsa en Medellín, sobre la vida nocturna y las claves para entender la rumba en una ciudad que se ha convertido en un imán para el turismo internacional.

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¿Cómo se enganchó con la salsa?

“En mi caso fue algo familiar, desde muy niño. Yo nací en 1970 y recuerdo a mis hermanos mayores llegando a la casa con los long plays de la Fania, de El Gran Combo, Héctor Lavoe, Willie Colón, Ismael Rivera. Teníamos una radiola donde poníamos esos discos, y así me fui enganchando. Ya en el colegio empecé a comprar mis propios disquitos. Así nació mi gusto por la salsa”.

¿En qué sector creció?

“Yo crecí en un barrio por la 65, en sectores como Naranjal, San Joaquín. Ahí vibraba la salsa con fuerza. Era fácil ver en el barrio las mismas historias que la salsa cuenta. Además, en Naranjal vivía la familia de Fruko, así que imagínate, eso también lo enganchaba a uno más”.

¿Empezó coleccionando long plays?

“Sí, aunque como adolescente no tenía mucho poder adquisitivo. Recuerdo que los discos costaban 500 o 600 pesos. Mi mamá me llevaba a la sección de discos del Éxito, y más adelante, cuando crecí, iba a la Bolívar a buscarlos en unos escaparates donde traían LP, muchos llegaban desde Venezuela”.

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¿Qué orquesta o cantante lo marcó especialmente en esa época?

“El Gran Combo fue muy importante al inicio, eso fue lo que me enganchó. Pero uno empieza a explorar más y encuentra a Richie Ray y Bobby Cruz, que los descubrí a los 15 años, o los Hermanos Lebrón. Recuerdo un concierto en el 89 con Nelson y sus Estrellas y los Hermanos Lebrón. Eso fue clave”.

Cuando se habla de salsa en Colombia, muchos piensan en Cali. ¿Por qué cree que Medellín también tiene una raíz salsera fuerte y qué la diferencia de la caleña?

“Medellín tiene barrios que retratan perfectamente las historias que cuenta la salsa, esa fotografía del barrio latino. Además, aquí estaban los grandes sellos disqueros: Fuentes, donde grababan Fruko y Joe Arroyo; Codiscos, con el Grupo Niche; Sonolux, Discos Victoria. Y hasta se compró el catálogo de Fania. Eso nos dio la salsa de primera mano. El caleño tiende más al baile, mientras que el salsero paisa es más de la historia, de lo narrativo, de los personajes del tipo de Pedro Navaja o Juanito Alimaña”.

Hablando de fenómenos locales, ¿por qué cree que la Orquesta Narváez es tan importante en Medellín, pero no tanto en otras partes del país?

“Primero, porque se pegaron aquí, en un momento en que la ciudad vivía muchas de las cosas que ellos cantaban. Su música retrataba el barrio. Segundo, porque en los 80 nació Latina Stéreo, la emisora salsera por excelencia en Colombia. Ellos empezaron a poner esa música que no sonaba en ninguna otra parte. Además, Edgar Berrío los trajo a un evento que les dio un segundo aire. Aquí se volvieron un fenómeno”.

Volviendo a su historia, ¿cómo fue ese paso de melómano a emprendedor con un bar salsero?

“Yo no soy ni coleccionista ni experto. Soy un gomoso. Después de muchos años como cliente de bares salseros en la 70 —Son de la 70, Swing Latino, Salsa Video Bar—, quise tener algo propio. Arrendé un bar con reconocimiento y a los seis meses, como nos fue bien, decidimos abrir el nuestro, con nuestro nombre y estilo. Así nació Son Havana”.

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¿Por qué se llama Son Havana?

“Yo siempre fui fan de la Fania, de Puerto Rico. Pero a finales de los 90, con el internet y los chats de Yahoo, empecé a descubrir nuevos sonidos. Entré a un chat llamado “Salsa para los rumberos”, y ahí conocí la timba cubana, con grupos como Los Van Van, Manolito y su Trabuco, Charanga Habanera”.

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