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Tantas dudas del amor romántico

El sentimiento se ha cargado de conceptos que pueden resultar excluyentes, y hay quienes piensan que se debe repensar. Esto dicen los expertos.

  • Tantas dudas del amor romántico
20 de enero de 2022
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¿Alguna vez se ha preguntado por qué tantos artistas y científicos producen sus mejores obras en la juventud? Según la antropóloga Helen Fisher, es culpa del amor. En su libro ¿Por qué amamos?, una investigación sobre la evolución, expresión y química de este sentimiento, explica que su búsqueda puede ser un gran motivador para la productividad, y que, en ocasiones, el decrecimiento de la creatividad de artistas y científicos en la historia coincide con su matrimonio. Es decir, que una vez encuentran una pareja, ya no es necesario mostrarse tanto.

Este comportamiento se puede relacionar con el “pavoneo”, la acción de llamar la atención sobre sí, cuyo nombre viene de los rituales de apareamiento de los pavos reales. Pero los seres humanos no pueden solo reproducirse, sus crías son tan frágiles que necesitan una estructura social que les permita sacarlos adelante. Según Fisher, gracias a eso surgió el amor.

Con el crecimiento del cerebro de los primeros homínidos y las nuevas capacidades que esto implicó, la atracción evolucionó a romance. Se pasó de una herramienta para resolver necesidades biológicas al complejo entramado de ideas, creencias y normas que se conoce hoy como amor romántico.

Fisher no logra ubicar su aparición como concepto en un momento específico en el tiempo, sino que habla de un proceso que se produjo simultáneamente con la evolución de primates a seres humanos. Alba Centauri, psicóloga y educadora sexual, que también trabaja el tema, dice que sí se puede hablar de su consolidación en el siglo XIX, con el Romanticismo.

De poetas a padres

La necesidad biológica llevó a la configuración de parejas heterosexuales, pero ¿de dónde salieron los grandes gestos y los rituales? De acuerdo con Fisher, cuando los homínidos desarrollaron el pensamiento complejo lo aplicaron a la conquista, empezaron a cantar, a pintar y a escribir para sus amadas, porque querían y podían.

El amor, que les producía episodios eufóricos, falta de sueño, pérdida del apetito, picos de energía, capacidad de concentración y comportamientos orientados al logro, entre otros, los inspiraba a impresionar al objeto de su afecto, como los pavos reales desplegando sus plumas. La motivación es efímera, un estudio de académicos italianos, publicado en Neuropsychobiology en 2003, afirma que esas primeras emociones no se viven más de 18 meses.

Para quienes tienen tendencia a la adicción, puede significar el fin, pues pronto buscarán volver a sentir la emoción del principio. Pero si se logra concretar una familia (tradicional), la relación se puede extender primero por cuatro años, cuando los hijos hayan completado su primera etapa de desarrollo, y luego hasta por veinte años más, pues los jóvenes humanos pueden reclamar la ayuda de ambos padres hasta por veinte años. Es una cuestión de dirigir las energías a llevar a buen término el fruto de la reproducción, dice Fisher.

Toda la vida

Para la supervivencia de la especie no sería necesario que las parejas se prolongaran hasta que la muerte los separe. Esto aparece más adelante y se explica en el libro Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, de Brigitte Vasallo, una investigación histórica que ubica la generalización de la monogamia y el matrimonio en el siglo XIX, con la aparición de leyes y estructuras sociales que demandaban la formalización de las uniones.

Con el requerimiento de la formalización y la intervención de las autoridades civiles y eclesiásticas, se le puso reglas al amor: debía resultar en reproducción y ser eterno. Unas exigencias que los estudios de género analizan y proponen desmontar, para evitar la exclusión de quienes no quieren ni pueden inscribirse en ellas. Y es lo que ha pasado en los últimos años.

Para Centauri, ya se ha avanzado en eliminar la idea de que el amor debe ser heterosexual, pero todavía está pendiente deshacerse de los conceptos de belleza hegemónica y la negación de esta experiencia a personas con capacidades diferentes. “Dejar a gente fuera de la posibilidad del amor es violento en sí mismo, pero, además, los propios mitos y creencias del amor pueden ser también ocultadores de violencia”.

Así como el amor romántico puede ser excluyente para algunos, para otros sí puede ser un ideal alcanzable y que se ajuste a las necesidades de bienestar personales. Cada quien tiene la respuesta de si quiere ese clásico “felices para siempre” o si prefiere construir su fórmula y convencer a alguien de compartirla. Es cuestión de abrir posibilidades

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