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Pólvora en Antioquia, ¿un problema sin solución?

Antioquia, con 55 casos, encabeza la lista de lesionados con pólvora en el país. Tendencia a la baja se rompería.

  • En celebraciones como la alborada se evidencia el arraigo que tiene el uso de pólvora en Antioquia. FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    En celebraciones como la alborada se evidencia el arraigo que tiene el uso de pólvora en Antioquia. FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ

Luego de cinco años con disminución en el número de quemados por pólvora en Antioquia, durante esta temporada se registra un incremento del 45 % con respecto a 2018. Si aumentan los casos este fin de año, terminaría una tendencia a la baja que era positiva.

En 2013-2014 hubo 262 lesionados, mientras que en 2018-2019 hubo 68, una reducción del 74 % con la cual las autoridades calificaron como exitosas las campañas para combatir el problema. No obstante, a la fecha ya van 55 casos, 27 de ellos en el Valle de Aburrá, que podría subir en Nochevieja y que cuestiona la eficacia de la prevención.

El departamento ya lidera la tabla de quemados en el país, por delante de Valle del Cauca, Bogotá y Tolima, cuando en la temporada pasada se quedó ubicado en el cuarto lugar, según el Instituto Nacional de Salud.

¿Qué pasó?

Gabriela Cano, secretaria de Salud de Antioquia, expresó que el incremento no se corresponde con los esfuerzos que han hecho entidades públicas y privadas. En todo caso, subrayó, no es la falta de campañas, sino una falla en la cultura ciudadana.

“Pensamos que lo que hay que hacer es seguir con un trabajo educativo, sin pausa (...) Habrá que hacer énfasis en los controles a las fábricas de juegos pirotécnicos”, agregó.

Las decisiones de alcaldes de prohibir la comercialización, la Policía con operativos para decomisar pólvora, son acciones que sirvieron, en opinión de Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana. Él señaló que pese al incremento, que aún puede revertirse, no hay tantos lesionados como hace cinco años.

El funcionario destacó que incluso el Valle de Aburrá tiene cinco casos menos que el año pasado (en Medellín, a la fecha, pasó de 18 a 15), y las estaciones de calidad del aire no registraron picos tan altos en celebraciones como la alborada, el 24 diciembre, y vaticinó que será igual el 31.

“Lo ideal es que no fuera ninguno, pero debemos valorar el esfuerzo e insistir para acercarnos a cero. También porque es nuestro deber proteger a la fauna silvestre que sufre con la quema de pólvora”, manifestó Prieto.

María Clara Mendoza, jefe de Cirugía y Urgencias del Hospital San Vicente Fundación, reveló que por la fatídica tradición van 13 pacientes que tuvieron que ser intervenidos quirúrgicamente, cinco de gravedad.

Agregó que el 68 % de los casos de quemados que llegan al centro médico fueron de personas que manipularon pólvora. Por fortuna, dijo, no han llegado menores de edad.

Un síntoma permanente

Cuestionarse por qué para la idiosincrasia del antioqueño la Navidad y el fin de año se asocia con el estallido de la pólvora como elemento para sentirse alegre, es la tarea en consideración de la secretaria Cano. “Es algo del subconsciente, algo complejo de erradicar”, indicó.

Santiago Silva, subsecretario de Ciudadanía Cultural de Medellín, explicó que la tradición tiene mucho protagonismo en el departamento por su vocación minera (desde el siglo XVIII) y luego asociada al narcotráfico, aunque desestimó que la mayoría de la gente ahora lo haga por estas razones, pero quedaron marcadas en la cultura popular.

Otro agravante para que el problema persista, observó Mendoza, es el exceso de confianza. Manipulación de pólvora en estado de alicoramiento, por ejemplo. “En la norma es ilegal, pero no vemos medidas drásticas para evitar el uso”.

Por otro lado, la médica manifestó que es errado pensar que hay elementos pirotécnicos menos peligrosos que otros, pues incluso una chispita mariposa puede ocasionar la pérdida de un ojo.

“No hay pólvora más inofensiva que otra, es que hasta para los productores es riesgoso tenerla en casa por la posibilidad de que un menor de edad consuma el fósforo blanco (con el que se elabora). Otros que no se dan cuenta de la gravedad de cargarla encima del tanque de la moto, por ejemplo”, aseveró.

¿Hay soluciones?

Silva comentó que durante los cuatro años la alcaldía saliente llevó a cabo talleres con emisoras, que suelen asociar la Navidad y fin de año con estallidos, para cambiar el sentido del mensaje y contribuir para que la gente entienda que el sonido de las fiestas puede ser otro.

También invitó a reforzar las campañas, pues para él sí están sirviendo, pero requieren persistencia. “El cambio cultural es lento, no de la noche a la mañana. No se debe bajar la guardia”.

El subsecretario envió un mensaje a la ciudadanía para no subestimar los riesgos, pues quemar pólvora no es un asunto de habilidad, sino una probabilidad constante de que algo va a salir mal y con eso no se debe jugar, toda vez que no solo puede resultar afectado quien manipula, sino los que están a su alrededor.

Infográfico
Diego Zambrano Benavides

Periodista de la Universidad de Antioquia interesado en temas políticos y culturales. Mi bandera: escribir siempre y llevar la vida al ritmo de la salsa y el rock.

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