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Medellín debate hoy qué hacer con la casa más antigua que tiene: una mansión de tres pisos construida en una esquina del parque de Bolívar. La construcción fue declarada Patrimonio Arquitectónico del orden municipal en 1971, pero en los últimos años fue modificada sin autorización.
Pilar Velilla, gerente del Centro, explicó que la vivienda es de propiedad privada y que en ella se adelantaron, en los últimos años, obras ilegales en el patio lateral. De hecho, desde 2016, la Alcaldía de Medellín inició una serie de acciones legales con el fin de proteger lo que queda de la estructura.
Como resultado, a los propietarios del inmueble se les impuso en 2017 una multa de $221’315.000, por incumplir las normas urbanísticas.
Además se ordenó suspender las obras que se adelantaban en el patio lateral de la casa. “Después del debido proceso, se logró la demolición de las mismas bajo la supervisión de una arquitecta experta en la conservación de patrimonios, como lo exige la norma”, indicó Velilla.
La mansión de tres pisos fue propiedad del fotógrafo Pastor Restrepo, que en 1860 encargó su construcción tomando como modelo las edificaciones europeas que había visto en sus numerosos viajes al exterior. La obra, finalizada en 1870, estuvo a cargo de Juan Lalinde, el primer antioqueño que obtuvo el título de arquitecto, según se cuenta en los registros históricos.
Luis Fernando Molina explica en su libro Fotografía de Arquitectura en Medellín 1870-1960, que la casa fue “considerada por el arquitecto francés Le Corbusier, en su visita a Medellín, como la mejor edificación de la ciudad”.
No hay mucha certeza de cuándo quedó deshabitada la casa, pero lo que sí se sabe es que en los últimos años se le hicieron reformas para ubicar locales comerciales en los primeros pisos.
Uno de los más famosos fue La Estancia, que funcionó como restaurante en el día y bar en la noche. Hoy en el primer piso hay un restaurante casero, una panadería, una pizzería, un local de telefonía móvil, otro de venta de elementos desechables y una tienda naturista. Los vistosos letreros que la mayoría habían instalado fueron removidos en el último año.
La segunda y tercera planta son habitadas por 15 adultos mayores, casi todos vendedores ambulantes o pensionados, que pagan entre $200.000 y $230.000 mensuales por una habitación privada. Todos comparten dos duchas y dos sanitarios en una casa que no tiene cocina, pero sí una terraza con vista a la Catedral Metropolitana.
Uriel Martínez lleva tres años viviendo allí y dice que no quiere mudarse. “Sí nos hacen falta unos arreglitos, porque a los del tercer piso les caen goteras cuando llueve, pero no es nada grave”, contó.
En el primer piso hay un aviso que informa de un sellamiento con fecha del 24 de abril, por deficientes condiciones sanitarias.
Octavio Marulanda, administrador del inquilinato, asegura que se están haciendo reparaciones. “Vamos despacio porque sabemos que la Alcaldía quiere meter mano y si eso pasa, fijo nos sacan”, dijo.
Hoy la alcaldía no puede invertir en el predio por su carácter de privado, pero existen las opciones de restaurar la fachada mediante una APP (ver recuadro) o comprarla.
Velilla es partidaria de esta última. “Sería una medida coherente con un Plan de Conservación, Manejo y Recuperación de los bienes de interés cultural”, declaró.
Aclaró que la casa encierra parte de una historia de la ciudad y que es parte del patrimonio que expresa nuestra cultura .