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Todo comenzó con un fuerte aguacero. Eran las 5:00 de la tarde. El cielo plomizo. El viento frío. Luego, la lluvia se convirtió en diluvio. Las alcantarillas se rebosaron y el agua comenzó a correr libremente sobre la Avenida de Greiff. Después sucedió lo impensado: el pavimento, como si de un terremoto se tratara, se levantó con violencia. Entonces cundió el pánico. El desastre estaba consumado.
Así recuerda Brayhan Chavarriaga el desbordamiento de la quebrada Santa Elena del pasado 13 de junio. Como pudo, entró al Pasaje Litográfico, el negocio que administra, y trató de ponerse a salvo. Pero, la tormenta había sido tan fuerte, que no tardó cinco minutos en estar inundado hasta las rodillas. “Vimos que el agua salía de las zonas verdes y pensamos que era el alcantarillado. Corrimos a cerrar la persiana, pero fue muy tarde. Toda el agua se nos entró y los equipos se nos dañaron”, rememoró.
El administrador reconoce que ni siquiera sabía que la Santa Elena pasaba bajo su negocio.
Lo que ha pasado
Desde ese día, la Alcaldía de Medellín está trabajando en los daños que dejó la riada en la Avenida de Greiff. Natalia Urrego, secretaria de Infraestructura de la ciudad, precisó los detalles. En primer lugar, dijo la funcionaria, se recorrió el sitio con drones, pues la entrada a la canalización de la quebrada no es fácil.
La furia del agua no solo dañó el pavimento. Con la calle levantada quedó a la vista una joya arquitectónica de Medellín: el viejo puente que cruzaba la quebrada en ese lugar. “Revisamos esa estructura y, con arqueólogos e ingenieros estructurales, llegamos a la conclusión de que está en buen estado y estable. Lo que haremos es una repavimentación de lo que se dañó teniendo todo el juicio con el manejo arqueológico”, contó Urrego.
La funcionaria dio una buena noticia: “Esta semana, si todo sale bien de acuerdo al cronograma, estaremos pavimentando y dando apertura a la vía y por allí podrá pasar de nuevo el transporte público”.
En cuanto al problema de fondo, que es la canalización de la quebrada, Urrego indicó que una vez pasada la temporada invernal se estructurará un plan para hacer mantenimiento al afluente. “A la quebrada se le ha dado la espalda por muchos años. No es fácil hacerle inspección porque los accesos están colapsados. Además, la cobertura tiene muchos años y pudo haber superado los cálculos hidráulicos. De la cuenca bajan rocas, piedras y basuras”, argumentó Urrego.
¿Y si se destapa?
En el siglo XX, cuando la ciudad quería convertirse en metrópoli, comenzó un debate sobre el futuro de la quebrada. En 1920 se hablaba ya de que era menester su recubrimiento. Había dos razones para ello: la ciudad necesitaba espacio para una vía moderna y sus aguas ya hedían a causa de la contaminación. Entonces, en 1924 se inició la cobertura en concreto y sus aguas no vieron, hasta ahora, la luz del sol.
Desde aquel suceso, el debate por reabrir la quebrada ha revivido cada tanto. En este 2021, con el levantamiento de la Avenida de Greiff, parece tomar un nuevo aire. Consultada al respecto, la secretaria de Infraestructura comentó: “Eso no quedó contemplado como una meta dentro del Plan de Desarrollo, por lo que no tiene un presupuesto asignado. Pero, con lo ocurrido este año con el pavimento, el alcalde ha querido darle otra mirada a la quebrada. Es decir, no podemos quedarnos atrás ambientalmente. Hoy es tendencia en Norteamérica y Europa tener fuentes hídricas al descubierto”.
La funcionaria añadió que lo primero sería el saneamiento total de la quebrada. En ese sentido se ha venido desarrollando en la última década el programa Centro Parrilla, liderado por EPM, que captó aguas negras para que no se descargaran en el afluente. Sin embargo, aún falta. Esto lo puede confirmar Yuri Betancur, quien trabaja en una litografía en la Avenida de Greiff. “Nos inundamos muy rápido, no hubo tiempo de nada. Cuando menos lo esperamos, el agua nos llegaba a la rodilla y era muy fétidas”, contó Betancur. “Se sienten muchos olores”, complementó Urrego.
Otro tema, dijo la secretaria, es la movilidad, pues allí pasan rutas de buses que van a los barrios. “La propuesta de destapar la quebrada va en la línea de nuestra propuesta de Ecociudad, pero es complejo. La idea es dejar, como administración, un plan para ello. Hoy no sabemos cuánto costaría ni nada, por eso queremos dejar la prefactibilidad para asentar la discusión y que la quebrada vea la luz algún día”, precisó Urrego.
Jaime Vélez, profesor de Geociencias y Medio Ambiente de la Universidad Nacional, dijo que el desbordamiento es normal. ”Eso sucede cada tanto y no hay nada qué hacer para evitarlo. No tiene que ver con el arrojo de basuras, sino con la cantidad de agua que cae y los árboles y piedras que arrastra la quebrada. La única solución es construir lejos de las cuencas y darles más capacidad a las quebradas aumentando sus canalizaciones”, dijo el experto. En cuanto a destapar la Santa Elena, lo consideró “una buena idea siempre y cuando se amplíe el cauce”.
Sergio Restrepo, director de la investigación Días de Playa, (que indagó la historia de la quebrada), dijo que “la belleza de la Santa Elena debe recuperarse para el urbanismo de Medellín. Ella necesita destaparse para oxigenarse, pero es un asunto complejo por la infraestructura y la salubridad”, remató.
Camilo Quintero, exsubsecretario de Medio Ambiente de Medellín, indicó que las quebradas de la ciudad tienen la misma problemática general: el arrojo de escombros y basuras a sus cauces. En ese sentido, la Santa Elena no es una excepción: “Hay falta de educación ambiental y sensibilización de las quebradas. En la Santa Elena hay problemas muy fuertes desde la cuenca alta por la sobrepoblación de personas alrededor de ella y la captación ilegal”.
Frente a la posible apertura de la quebrada, dijo: “Es muy importante que se discuta sobre el tema, que se recupera la historia y la memoria. Pero sería más barato y más importante hacer un trabajo integral en la cuenca alta y media. De todas maneras, destaparla es viable y necesario, que requiere de esfuerzo mancomunados de muchos sectores. La ciudad merece recuperar su quebrada”.
Mientras el debate arranca, la quebrada sigue su paso silencioso bajo las calles del centro. Lo hará así hasta que vuelva a llamar la atención