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Pensados como autopistas para los buses, los carriles preferenciales del transporte público son hoy una calle ciega y sin salida. Carros que obstruyen la vía, motociclistas imprudentes y hasta vendedores ambulantes, con sus chazas en las bahías, son el panorama del día a día.
En un caos se han convertido esos corredores, según algunos concejales de la ciudad. La administración, por su parte, responde que, gracias a estos, los incidentes se han reducido en 15 % y los tiempos de viaje han bajado hasta 10 minutos.
En total, Medellín tiene 10 corredores con carriles preferenciales para el transporte público (TPM). Son, sumados todos, 71 kilómetros repartidos en varias de las vías más importantes de la ciudad, como la 80, La Avenida Guayabal o la 65. La demarcación de estos costó $7.000 millones. Y, si bien su implementación comenzó en 2016 como una apuesta de la administración pasada, los resultados son cuestionados.
Según el Observatorio de Políticas Públicas del Concejo de Medellín, la meta era reducir los tiempos de viaje en 33 %, pero hoy solo se ha alcanzado un 11 %. “Se presenta obstaculización de otros vehículos, el flujo es lento, los buses del transporte colectivo se salen de ellos en las horas pico”, se quejó la concejala Aura Marleny Arcila.
“De nada sirven estos carriles si se ocupan de manera irregular, como está pasando. Es un tema de cultura ciudadana que pide más control y autoridad. También se necesita un aumento de guardas de tránsito y pedagogía para las personas”, anotó la concejala.
Consultado al respecto, Daniel Carvalho, concejal y urbanista, consideró que los carriles prioritarios son buena idea, entre otras cosas, porque incentivan el uso del transporte público. “Vamos bien, es un proceso a largo plazo. El tiempo de los recorridos de los buses se ha reducido en 10 minutos, lo que es muy buena noticia. Pero en algunos casos, como no se respetan, se presentan incidentes”, consideró el cabildante.
Humberto Iglesias, exsecretario de Movilidad de Medellín y quien puso en marcha la estrategia, explicó que una de las motivaciones para implementar estos carriles tuvo que ver con el control del mal estacionamiento. “El carril preferencial funcionó en gran parte. Se logró mejorar la velocidad del transporte y evitar el mal parqueo. Ha tenido resultados positivos”, argumentó.
Carlos Cadena, secretario de Movilidad de Medellín, respondió las críticas. Advirtió que en los corredores donde están los carriles preferenciales, como en la 80, la incidentalidad ha disminuido 15 % en los últimos cuatro años, es decir, desde que la estrategia fue implementada (de 900 incidentes en 2016 se bajó a 862 en 2019). Además, como Carvalho, piensa que la reducción de 10 minutos en los viajes es significativa.
“Una persona que viva al norte de la ciudad y trabaje en Ruta N, por ejemplo, puede tomar un bus que va por la 65 y llegar en 10 minutos menos. ¿Quién no quiere un momento más para disfrutar con sus hijos, por ejemplo?”, se preguntó el funcionario.
Además de ahorrar tiempo, Cadena advirtió que los preferenciales han traído otro beneficio: la reducción de interacciones en los carriles. Es decir, carros y motos disputan menos el espacio con los buses, lo que genera una baja en la siniestralidad. “Estos carriles representan agilidad, pero, en particular, mayor seguridad”, concluyó.
En lo que sí estuvo de acuerdo el funcionario es que hace falta mayor control para que los ciudadanos no invadan los carriles de los buses. “Cualquier secretario de Movilidad quisiera tener más agentes, pero acá también hay que poner un poco de cultura”, expresó.
Consultado al respecto por este diario, el exgerente del Transmilenio, Fernando Rey, consideró que los carriles preferenciales son una buena idea en términos generales. Entre otras cosas, y en esto concuerda con Cadena, estos ayudan a incentivar el uso del transporte público. Sin embargo, es consciente de las limitaciones.
“La efectividad de los carriles depende de muchas cosas. Por ejemplo, en hora pico puede convertirse en una guerra entre diferentes agentes viales. También hay que revisar las condiciones de cada corredor”, puntualizó Rey.
El exgerente añadió que no todos los corredores viales son ideales para carriles de uso preferencial. Dijo que habría que revisar las medidas de cada vía.
“Hay que analizar bien las dimensiones espaciales. En algunas partes el ancho no da para carril preferencial, entonces eso termina quitándole espacio a los particulares y genera un conflicto”, precisó.
Rey dijo que la primera solución al tema es sencilla: cultura ciudadana. Según piensa, hay que hacer una fuerte apuesta por la pedagogía para enseñar a todos los agentes viales, incluidos motociclistas y conductores de particulares, que los carriles preferenciales deben ser respetados. En segundo lugar, consideró, habrá que realizarse un análisis de cada corredor vial y cómo se comportan estos en las horas pico. Una vez se analicen los resultados, se deben tomar medidas con mayor claridad.
Algo parecido piensa José Fernando Ángel, experto en transporte público. A su parecer, el sistema tiene una gran falencia: los carriles preferenciales están a la derecha, cuando deberían estar a la izquierda o el centro. “Es muy difícil porque a la derecha hay que hacer giros, lo que obliga a los carros a meterse al carril de los buses. Estos carriles deben ir en la parte central y con salidas para los pasajeros”, remató Ángel.
kilómetros tiene Medellín de carriles preferenciales para el transporte público: alcaldía.