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El asfalto de las calles del centro de Envigado esconde secretos de hace siglos que solo las obras del Metroplús han podido desenterrar.
El viernes de la semana pasada, los obreros que trabajaban en una excavación profunda por la carrera 43 A encontraron unos ladrillos macizos y unas piedras en forma de canal que al parecer hacían parte de un antiguo acueducto de la ciudad de Envigado.
El hallazgo obligó a cerrar durante todo el puente las calles 37 Sur y 38 Sur para que los arqueólogos pudieran trabajar en la recuperación de las piezas.
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Según informó el Metroplús de Envigado, “en el lugar se encontraron varias acequias (instalación de acueductos y drenajes) en las que se diferencian varios tipos constructivos que mezclan materiales como adobe macizo y rocas de río, relacionados con las redes húmedas del período Republicano (siglo XIX)”.
No es la primera vez que estas acequias aparecen en las excavaciones del Metroplús. En octubre del año pasado, otro tramo de esa misma red antigua de acueducto fue encontrado entre las calles 38 y 39 Sur, por la carrera 43 A, frente al Teatro Municipal de Envigado. Y en abril de 2017, otras piezas de la bóveda de ladrillo macizo aparecieron justo en la calle 38 Sur.
De acuerdo con el arqueólogo del proyecto, Juan Pablo Diez Ramírez, en total se han encontrado 40 tramos de acequias que representan ocho tipos o estilos constructivos diferentes, además de una amplia cantidad de fragmentos de cerámica, loza, metal y vidrio y seis tumbas indígenas que tienen, aproximadamente, 2.000 años de antigüedad. “Todo esto debajo de la ciudad que habitamos y que usualmente pensamos que ha acabado con todo”, señala Diez.
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Las acequias del antiguo acueducto pueden revelar información valiosa sobre la manera en que los viejos habitantes del sur del Valle de Aburrá se relacionaban con el agua: ¿esos túneles transportaban agua limpia o desechos sanitarios? ¿Dónde comenzaba la red y a dónde iba a parar? ¿Qué nos pueden enseñar esas construcciones del pasado para nuestras obras del futuro?
En las próximas excavaciones probablemente aparecerán más piezas de ese acueducto, pero no es lo que más emociona a los arqueólogos: “en el tramo 2A hemos confirmado que las huellas del pasado y los vestigios de la cultura material de los indígenas americanos siguen ahí esperando a que podamos hallarlas”, precisa Diez.
Todas las piezas que encuentren en las excavaciones serán estudiadas y expuestas al público en el Museo Arqueológico de Envigado. “Lamentamos las demoras que esto genera, pero a la larga los beneficiados seremos todos y en particular los habitantes que podrán tener estos vestigios para su disfrute”, dice el jefe del proyecto arqueológico.
Arqueología preventiva
Los envigadeños no han sido los únicos en conocer su historia gracias a las excavaciones por obras de infraestructura vial.
En Itagüí, por ejemplo, encontraron un pozo de aguas subterráneas en adobe macizo que, según se presume, tenía uso industrial. Y durante la construcción del tranvía de Ayacucho, los arqueólogos destaparon un desarenadero o tanque de sedimentación que data de finales del siglo XIX y se convertirá próximamente en el Museo del Agua.
La presencia de los arqueólogos en estas obras no es un capricho, sino una obligación. Las leyes 397 de 1997 y 1185 de 2008, además de los decretos 833 de 2002 y 763 de 2009, hacen obligatorio, para todos los proyectos de infraestructura que requieran licencias ambientales, el desarrollo de Programas de Arqueología Preventiva.
Cada año, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) evalúa y asesora alrededor de 400 proyectos arqueológicos en obras de infraestructura.
Según el ICANH, la arqueología preventiva tiene como objetivo “mejorar el conocimiento sobre la distribución en Colombia de los diversos tipos de yacimientos arqueológicos para poder evitar efectos dañinos de las obras de construcción y posibilitar la protección de la información y la conservación de los bienes culturales”.