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Pesebres: mezcla de arte, ingeniería y algo de locura

En Venecia se exhibe una obra de 5.000 piezas que se mueven y en Sabaneta el niño Dios es un buñuelo.

  • En Venecia está el que es, sin duda, el pesebre más llamativo y espectacular para apreciar en Antioquia en esta Navidad. Son 5.000 piezas en movimiento, con un río en movimiento del que se “pesca”. Foto: Carlos Velásquez
    En Venecia está el que es, sin duda, el pesebre más llamativo y espectacular para apreciar en Antioquia en esta Navidad. Son 5.000 piezas en movimiento, con un río en movimiento del que se “pesca”. Foto: Carlos Velásquez
  • Pesebres: mezcla de arte, ingeniería y algo de locura
24 de diciembre de 2019
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El pesebre, que nació en el siglo XIII en Italia con la intención de representar el ambiente de pobreza en el que Jesús vino al mundo, en Venecia (Antioquia) es un espectáculo que combina arte, ingeniería y religiosidad gracias al ingenio de un hijo de la localidad, Luis Fernando Betancur, arquitecto que se desempeña en una oficina pública de Medellín.

Hace diez años, Betancur, de profesión arquitecto y esquivo a los medios, se ingenió un singular pesebre, con movimiento y miles de figuras que representan el quehacer de su pueblo en los múltiples escenarios y escenas de la cotidianidad.

Aunque en esta obra está el episodio bíblico tal como la recreó en 1223 San Francisco de Asís en Greccio (Italia), el pesebre de Luis Fernando tiene, además, las representaciones de un entierro, un matrimonio, la pesca, una misa, la elevación de un globo, el encuentro de los campesinos en la plaza, lo que pasa en la alcaldía, cómo se explota una mina, el cultivo de café y unos niños que juegan columpio, entre otros.

“Este pesebre lleva diez años de elaborado, pero cada año se va haciendo más grande. El año pasado tenía 1.300 figuras humanas y de animales y este año son 1.800”, cuenta el sacerdote Carlos Manuel Arenas Henao, padre de la parroquia de San José, el segundo templo en adobe cocido más grande Antioquia después de la Catedral Metropolitana, y que sirve de marco al parque veneciano.

Es en esta iglesia donde está instalado el pesebre, que ocupa toda una nave del lugar y donde acuden, a diario, cientos de personas a maravillarse con la obra. Palabras como maravilloso, espectacular, descrestante, indescriptible, hermoso o mágico es lo que se le ocurre decir a cada espectador que se acerca.

Por ejemplo, Luis Carlos Álvarez, un ingeniero de sonido que recorre las poblaciones del Suroeste para hacerles mantenimiento a las emisoras comunitarias, lo describe como una pieza de arte: “Para mí es una cosa impresionante, en todo mi recorrido no he visto algo siquiera parecido, estoy aterrado con tanto ingenio”, afirma.

Para el padre Carlos Manuel, el pueblo representado en este pesebre es, sin duda, Venecia, así la iglesia o el cementerio se vean distintos en la maqueta. El pesebre es a escala, en barro, madera, tela y plastilina.

“Es que Venecia es un pueblo típico de Antioquia y en casi todos ocurre lo mismo: están la plaza, la barbería, el zapatero, el pescador, el agricultor, son personajes que están en cada localidad. Luis Fernando, como veneciano que es, seguro recogió gran parte de nuestras tradiciones y las plasmó en su pesebre”, afirma el religioso.

Incluso, en el pueblo cuentan una anécdota: cuando el anterior padre le preguntó al artista que cuál era el muerto representado en el pesebre, este le respondió que se trataba de un cura.

Hay tantas similitudes con Venecia, que María José Arenas, una niña de once años residente en el casco urbano, dice que logró identificar a un personaje del pueblo: “El pescador es ‘Pintuco’, un viejito que va mucho a mi casa y lo conocemos así, no sé cómo se llama pero es igualito al de la figura y también pesca”, dice la menor.

En la obra, que tiene movimientos, luces titilantes y una representación del río Cauca (de 35 metros de largo) que corre, produce espuma y del que sacan peces, este año se incluyó una imagen en relieve del cerro Tusa, ubicado en Venecia y emblemático del Suroeste.

Es, sin duda, el pesebre más novedoso y gigante de Antioquia: contiene más de 5.000 piezas (incluidas las 1.800 figuras), tiene un área de 250 metros, una cadena montañosa de 55 m, 150 casas, 40 bombas de agua, más de cien árboles a escala y tres toneladas de piedra de canto rodado traída de Caucasia y distribuida en 300 metros lineales de caminos. Una verdadera fiesta para los ojos y la imaginación.

En Amagá, con silleteros

Pero en el vecino municipio de Amagá, a media hora de Venecia, dos pesebres, también con movimientos mecánicos y tendidos de luces, han hecho las delicias de los habitantes.

Las obras fueron elaboradas por el maestro Jairo Franco, un jubilado de Coltejer que elabora pesebres (originalmente llamados belenes) hace 58 años, los cuales tampoco se limitan a la mera escena bíblica (San José, María, el niño Jesús y los tres reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltasar).

“El primer pesebre lo hice en 1968, representaba una mina dentro de la carcaza del motor de un malacate, después los seguí haciendo para Coltejer, la empresa donde trabajaba y desde ahí nunca he parado”, cuenta Jairo. Los de este año en Amagá son dos:

Uno ubicado en la sede de Cultivarte, un programa de responsabilidad de la Fundación Bolívar y Davivienda, que contiene cuatro escenas: la minería del carbón, la historia del ferrocarril de Amagá (que este año cumplió su primer siglo) y las estampas típicas de Antioquia, con los silleteros incluidos, y el pasaje del nacimiento de Jesús, infaltable en todo pesebre.

“Este pesebre está hecho con mucha creatividad y con ingenio, cada día son más los niños que llegan a las novenas y se quedan fascinados con él, por el movimiento, el tamaño de las figuras (de 80 cms) y toda la variedad de escenas que muestra”, comenta Johana Noreña, líder de Cultivarte y quien ha estado al frente de las novenas de aguinaldos y que guía las visitas.

El otro pesebre está en la calle principal de salida de Amagá, detrás de la sede de la alcaldía, y contiene dos historias: la bíblica y la del ferrocarril, pero esta a una escala mayor que la del anterior.

Incluye el primer tren que tuvo Amagá, que hacía un recorrido hasta la vereda Piedecuesta, de la misma localidad, y que está tan ligado a esta población como las minas de carbón.

“El de Amagá fue el único ferrocarril construido por privados; el otro, que iba de Medellín hacia el norte, pertenecía a Ferrocarriles de Antioquia. El de Amagá arrancaba en la estación Envigado. Después de 30 años, los privados también se lo vendieron a Ferrocarriles de Antioquia y estos después lo terminaron”, recuerda Jairo, que tiene en la actividad de pesebrista su mejor terapia para romper la monotonía de un artista jubilado por una empresa textil con sede en Medellín.

Niño Jesús huele a buñuelo

Pero como si no fuera suficiente con meterle a un pesebre hasta escenas de silleteros o una boda, en Sabaneta la novedad de este diciembre está representada en uno elaborado con buñuelos.

Está en la Cafetería y Restaurante El Peregrino, un local con 35 años de presencia en una calle comercial del parque central, famoso porque allí se fabrican buñuelos de gran tamaño.

“El más gigante lo hicimos hace diez años, pesaba 20 kilos y lo freímos en una olla gigante”, cuenta Guillermo León Cardona, uno de los administradores del negocio.

Allí, si bien la delicia gastronómica ha atraído clientela, el propietario, Pedro Vásquez, se ingenió otro atractivo: el pesebre de buñuelos: “él tuvo esa idea, nos encantó y entre todos lo fabricamos”, Cuenta Guillermo León. El resultado: el niño Dios, la Virgen y San José, son de buñuelo; las casitas son de pandequeso y los caminos, de palitos de queso. ¡Una delicia!, diría un amante del quesito.

El secreto para que los buñuelos duren sin dañarse es dejarlos freír más tiempo y así los pueden dejar todo diciembre hasta el seis de enero, luego de lo cual se deben botar.

“Mi esposa y yo llegamos desde Bello atraídos por este pesebre, que nos pareció muy curioso, llamativo y diferente a todos”, apunta Darío Giraldo mientras observa las figuras. Dice que innovar es bueno para que la tradición no se desgaste.

“Es que si usted ve el campesino, el pescador, el barbero o el minero, ahí también está la obra de Dios, eso no desvirtúa para nada la historia de los pesebres, al contrario, los redimensiona y les da más significado”, dice el padre Carlos Manuel Arenas.

Cuenta la historia que el primer pesebre lo representó San Agustín con figuras humanas y en cada Navidad aparece algún pueblo que también lo hace así, como este año en Barranquilla.

“Antes, cuando sólo teníamos costumbres heredadas de España, los pesebres domésticos eran prodigios de imaginación familiar”, escribió Gabriel García Márquez. Y eso que Gabo no vio a Melchor compartiendo camino con los silleteros de Santa Elena. Algo mágico pasó en los 796 años de historia de los pesebres....

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