De 37 rellenos sanitarios que hay en su jurisdicción, Corantioquia advirtió que 25 están en fase final de su vida útil, con máximo tres años más por delante. El 25% de esos rellenos, advirtió la autoridad ambiental, está adelantando trámites para recibir la licencia ambiental que les permita prolongar su vida útil.
De todas maneras, el dato revelado por Corantioquia es muy delicado y refleja que en el departamento no hay un aprovechamiento de los recursos. De hecho, la misma corporación advirtió que solo el 16.5% de los residuos son reutilizados o aprovechados en la economía circular. En la jurisdicción se producen anualmente 1.524.865 toneladas de residuos al año, es decir, casi todos ellos van a los rellenos sanitarios.
Esa presión de residuos es la que tiene casi al límite a los rellenos. Ana Ligia Mora, directora de la corporación, hizo un llamado a las alcaldías para que creen estímulos y estrategias que permitan incrementar el aprovechamiento. Eso no ha pasado hasta ahora y por eso la tasa de reutilización es tan baja.
Haciendo énfasis en el problema, hay 35 municipios que vierten sus desechos en La Pradera, que ya sufre por la presión y tiene un vaso en riesgo de colapso, como lo denunció EL COLOMBIANO el pasado 7 de junio.
Y hay un dato que no es menor: 43 municipios disponen de sus residuos fuera de sus jurisdicciones, es decir, los vierten en rellenos que están en otros municipios. En el Bajo Cauca, por ejemplo, el relleno Campo Alegre, de Caucasia, es el que recibe la basura de los 6 pueblos de la región. Eso hace que la carga sea mayor, claro, pero depende también de la capacidad de cada uno de los residuos.
El dato positivo es que nueve municipios ya han solicitado sitios para instalar nuevos rellenos sanitarios, planes que han sido concertados con esta autoridad ambiental.
El caso crítico de La Pradera
Esta información de Corantioquia se hace pública siete seis días después de que EL COLOMBIANO denunciara la compleja situación del vaso Altaír, uno de los que conforma el relleno de La Pradera.
El vaso Altaír entró en operación en diciembre de 2014, en 22 hectáreas con capacidad de 5.543.000 metros cúbicos. No obstante, su vida útil proyectada inicialmente a 15 años se agotaría el próximo mes de septiembre, por lo que Emvarias tuvo que solicitar modificación de la licencia ambiental para ampliar su vida útil hasta marzo de 2024. Esa reducción en la vida útil hace evidente la falta de estrategias para generar menos recursos.
Todas esas problemáticas –propias de un relleno sanitario desgastado por el agotamiento acelerado– están causando, por lo menos, cuatro problemáticas graves. El dique sur de la estructura de contención del vaso Altaír se está deformando, lo que se suma al daño de estructuras de drenaje de lixiviados. Las imágenes indican la inestabilidad de la masa que contiene Altaír.
Según expertos, las causas son múltiples. Entre estas, que la disposición de basuras en el centro del vaso terminó por provocar movimientos de la masa de residuos y un aumento en las presiones de los poros. El desplazamiento de la estructura de contención se debe a la falta de confinamiento de la masa de residuos.
El problema de fondo es difícil de solucionar si seguimos produciendo residuos como lo hacemos, de manera desaforada, sin pensar en las consecuencias.
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