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El paso del médico Gabriel Enrique Dib por el Concejo de Medellín no duró ni siquiera dos de los cuatro años esperados. Su renuncia, oficializada el pasado jueves, se intuía desde hacía varios meses por serias diferencias con al menos cuatro de los ocho concejales que conforman la bancada de su partido Centro Democrático (CD), pero que siempre fueron tratadas de forma interna y bajo los límites de la diplomacia.
Dib se retira definitivamente el 3 de octubre, una decisión que les genera gran tristeza a él, a otros corporados y a distintos sectores de la ciudad, pero que está movida por profundas razones éticas y por dinámicas que estaban afectando su tranquilidad.
EL COLOMBIANO dialogó con fuentes cercanas al Concejo. Según sus percepciones, la dimisión comprueba lo que se especulaba y lo que él mismo dejó notar durante su participación en algunas sesiones: sentía una especie de desilusión, causada por la imposibilidad de promover un verdadero control político, acorde a los ideales que lo impulsaron a hacer un alto en su trayectoria en el sector privado para incursionar por primera vez en la política en las pasadas elecciones locales.
Muy pronto se desencantó del actuar del alcalde Daniel Quintero y, con ello, comenzaron las divisiones con sus compañeros. No fue fácil para él soportar que, aunque el CD se declaró en oposición, varios en la bancada le dieron la sensación de ser más quinteristas que uribistas, lo que generó polémicas al votar proyectos o sentar posiciones en temas sensibles como Metrosalud, EPM o el Hospital General.
Desconexión con la bancada
Caracterizado por un trato respetuoso, pacífico y conciliador, Dib tenía fuertes diferencias internas en el partido por las posiciones dubitativas de algunos compañeros. Por ejemplo, el 27 de abril pasado, durante el debate que hundió el proyecto con el que el alcalde pretendía cambiar el aeropuerto Olaya Herrera de establecimiento público a Empresa Comercial e Industrial del Estado, Albert Corredor (CD), coordinador de ponentes, insistió en la necesidad de aprobar la propuesta, pero fue el único concejal que guardó silencio cuando le preguntaron por su voto. Hubo ocho votos positivos y 12 negativos, entre ellos los siete restantes del CD.
Hechos como este causaron en Dib el deseo de renunciar; ya en otras ocasiones lo había manifestado, pero el expresidente Álvaro Uribe, de quien es fiel admirador, lo convenció de no dimitir. Y, al sentir que no tenía respaldo real de su bancada completa, el futuro exconcejal llegó a tener, pese a las diferencias, más conversaciones y análisis de temas de relevancia con Daniel Duque, de Alianza Verde; Daniel Carvalho, del movimiento Todos Juntos; y Luis Bernardo Vélez, del movimiento Independientes.
Se sabe que Dib no aspirará a otro espacio político como el Congreso o la Alcaldía. Se dedicará a su familia, según él mismo confirmó.
Como agua y aceite
La salida del médico no deja a la bancada del Centro Democrático en una posición muy diferente en lo que a divisiones se refiere. Su reemplazo será Julio González, siguiente en la lista del partido por número de votos y uno de los líderes más fuertes de la revocatoria contra Quintero.
Lo que sí se prevé que cambien son las formas de hacer oposición: las personalidades de Dib y González son como el agua y el aceite. Este último, más enérgico y radical para expresar sus opiniones, también ha tenido algunos choques con concejales del CD y llega con la intención de hacer una oposición política frontal a la que considera una “alcaldía nefasta para Medellín”, al tiempo que sigue liderando las banderas de la revocatoria, que ya lleva 65.000 firmas recolectadas. Y en su empresa buscará alianzas con otros concejales, aun cuando no sean de su mismo partido.
Habrá que esperar para ver cómo serán las sesiones tras la salida de Dib. Por el momento, dan pistas las peleas que empezaron a zanjarse el viernes en Twitter. El concejal Álex Flórez, aliado del alcalde, se refirió a González como “un ser despreciable y rastrero, todo un animal sin principios ni escrúpulos”, comentario que respondió el futuro concejal.
“Vamos a demostrarle a Colombia que habrá altura en el Concejo de Medellín porque con usted se perdió. Esperemos a ver qué dice el Consejo de Estado de su tambaleante curul, pues el Tribunal Administrativo de Antioquia la acabó”, dijo, al hacer referencia a un proceso legal que tiene en peligro la curul de Flórez, por presuntamente haber firmado un contrato público dentro del año anterior a su elección. Aún no hay decisiones definitivas sobre el caso.