Dos homicidios, una violenta riña en la cárcel y un tiroteo nocturno son las más recientes acciones de una estructura criminal que se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades de Medellín y los habitantes de las comunas de San Javier y La América: “la Agonía”.
El pasado miércoles 10 de abril, miembros y simpatizantes de esta banda protagonizaron una quema ilegal de pólvora en los barrios El Salado, El Socorro y Antonio Nariño. Celebraban el cumpleaños de uno de los cabecillas de la organización, apodado “Pocho”, quien está recluido en la cárcel.
La situación provocó la furia de combos rivales, que respondieron con disparos a los chorrillos y voladores. El evento terminó en una balacera que obligó a los vecinos a encerrarse en sus casas.
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Al día siguiente continuó la violencia. En la mañana se registró un enfrentamiento entre internos de dos patios de la cárcel El Pedregal, que dejó 12 heridos con arma blanca y objetos contundentes; la reyerta, al parecer, tuvo como contendores a integrantes de “la Agonía” y rivales del combo “el Coco”.
A las 1:30 p.m. asesinaron a tiros al celador John Fredy Martínez Londoño, de 51 años, cuando conducía una bicicleta por el sector La Loma. Doce minutos después acribillaron al comerciante Gustavo Adolfo Tabares Giraldo, de 33, en instantes en que conducía una moto en el barrio La Pradera.
El general Eliécer Camacho, comandante de la Policía Metropolitana, le atribuyó la responsabilidad de estos homicidios a la banda “la Agonía” y ofreció 30 millones de pesos por información que condujera a la captura de sus cabecillas y los de otras estructuras delincuenciales de la comuna 13.
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El secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, declaró que “se refleja una intención macabra de estos criminales por afectar de manera directa a los ciudadanos, que están cansados de ellos”.
Antes de estos hechos, “la Agonía” ya había ocupado otros titulares de prensa por crímenes que despertaron la indignación de toda la ciudad. Uno de ellos sucedió el pasado 27 de marzo, cuando un adolescente de 14 años, presuntamente instrumentalizado por esa organización, mató a bala a dos adultos en una calle del barrio Santa Lucía.
Las víctimas fueron el comerciante de licores Darío Alexis Hincapié y el mensajero Mateo Cuesta Prieto. El pequeño sicario fue detenido en flagrancia por una patrulla policial y aceptó la culpa ante el Juzgado Séptimo Penal del Circuito de Medellín para Adolescentes, que lo sancionó con ocho años de reclusión en un centro especializado para jóvenes infractores.
El 23 de noviembre de 2018, integrantes de la estructura arrojaron una granada en una callejón del barrio Santa Rosa de Lima, quitándole la vida a un niño de 13 años y causándoles heridas a su abuela de 55 y a un joven de 22.
Ofendido por lo ocurrido, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, aseveró: “Una vez más han ido demasiado lejos estos desgraciados. Hasta que no los acabemos no van a descansar”.
“La Agonía” emitió un comunicado público al día siguiente, haciendo críticas a la Administración Municipal y tratando de justificar el ataque. “Ellos deben ser equitativos y mano dura con todos y no tener preferencia con ningún grupo delincuencial. Todo lo malo que pasa en estos sectores siempre el Estado acusa solo a la organización de la Agonía” (sic), redactaron. La misiva fue calificada por la Alcaldía como un acto de cinismo.
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Historial de guerras barriales
“La Agonía” nació a principios del siglo XXI, en un sector del mismo nombre, localizado en el barrio Antonio Nariño. Sus primeros integrantes fueron jóvenes que sobrevivieron a las batallas entre milicianos y paramilitares que agobiaron a los habitantes de la comuna 13, hasta la ejecución de la famosa Operación Orión en 2003.
La banda se dedica al tráfico de drogas, sicariato, cobro de extorsiones, terrorismo, desplazamiento forzado, control territorial, secuestros y desapariciones forzadas, entre otras conductas. Su área de influencia cobija vecindarios de la parte media y alta de la comuna, en especial los barrios Antonio Nariño, El Socorro, El Salado y San Javier, al igual que los sectores La Loma, El Mosquito, La Luz del Mundo y Altos de la Virgen. En múltiples ocasiones se han registrado ataques suyos en lugares de la comuna 12 (La América), como Santa Lucía, Santa Mónica y Calasanz.
Sus “servicios criminales” los ofrece al mejor postor. En 2008 trabajaron para Maximiliano Bonilla (“Valenciano”), un capo de la organización ilegal “la Oficina”, por lo que durante tres años se enfrentaron sus rivales, liderados por Ericson Vargas (“Sebastián”).
Entre 2012 y 2016 se alinearon con el Clan del Golfo, sirviendo a sus intereses de consolidar un corredor de movilidad entre el Occidente de Antioquia y Medellín.
Y en la actualidad, la Fiscalía ha detectado una posible alianza por conveniencia con las bandas de “Caicedo” y “los Chatas”, para luchar contra las huestes de “Robledo” en el occidente de la ciudad.
En el marco de esa dinámica, “la Agonía” se ha enfrentado con varios oponentes, aunque su principal enemiga es la banda de “el Coco”.
La pugna contra ese grupo data desde 2008 y ha tenido bastantes episodios. El carácter sanguinario de la confrontación ha provocado paros de rutas de buses de San Javier y La América, y de la Línea J del metrocable, al igual que el cierre de establecimientos comerciales y toques de queda.
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Una de las rentas ilegales en disputa es el cobro de “vacunas” a los buses de servicio público, que en ocasiones produce homicidios de inocentes. El 13 de julio de 2018 en el barrio Calasanz, un integrante de “la Agonía”, apodado “Makelele”, mató a John Jairo Sánchez Gómez, cuando conducía un vehículo de la ruta Calasanz-Boston. El caso produjo un cese temporal de actividades del transporte; la Policía arrestó al sospechoso el 27 de julio siguiente.
Aunque las autoridades manifiestan con frecuencia que la principal motivación de la estructura es la mera captación de dineros ilícitos, en claro que va más allá, pues tiene tanto arraigo territorial, que pretende establecer un control social de los habitantes, “instalando” fronteras invisibles y vigilancia desde los morros las 24 horas del día.
Cabecillas tras las rejas
La persecución judicial ha enviado a la cárcel a muchos cabecillas y coordinadores de la organización. Desde sus fundadores, como “Ronald” y “Chito”, hasta sus herederos, entre quienes están “Pastrilli”, “Jony Caca” y “Totono”. A pesar de esta situación, la Alcaldía ha denunciado que siguen coordinando los negocios ilegales tras las rejas.
El último detenido fue Paulo Andrés Gómez Torres (“Pocho”), el pasado 27 de marzo. En su nombre fue que varios seguidores quemaron pólvora a mediados de esta semana.
“Alias ‘Pocho’ había pagado en su momento dos años de cárcel y estaba muy tranquilo porque iba a volver. Pues ya sabe que tendrá que responder por más de 10 homicidios. Y cada uno que pase y que logremos demostrar que hace parte de las dinámicas de mando que vienen ejerciendo él o ‘Jony Caca’, pues les serán imputados también”, advirtió el secretario Tobón.
En la calle, el liderazgo de la estructura está en cabeza del exconvicto Diego Alexánder Hernández (“Diego Almuerzos”), cuyo rostro figura en el cartel de los delincuentes más buscados.
En la última década la Policía ha proclamado en varias oportunidades que desmanteló a “la Agonía”, después de algún operativo exitoso, pero la cruda realidad ha demostrado que su estructura permanece en el territorio, poniendo en riesgo a una comunidad cansada de sepultar a su gente.