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Yo monté en El Almirante que se hundió

  • Martha Barrero (segunda de izq-der) junto a su familia y amigos en Guatapé. FOTO Martha Barrero
    Martha Barrero (segunda de izq-der) junto a su familia y amigos en Guatapé. FOTO Martha Barrero
28 de junio de 2017
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Era mi primera vez en Antioquia y nos recomendaron visitar Guatapé, por eso, dedicamos algunos días a conocer el colorido pueblo con zócalos únicos. Por supuesto, subimos la Piedra de El Peñol y, claro, montamos en uno de los famosos planchones que cruzan las aguas del embalse.

Era el año 2013. El barco se llamaba El Almirante (el mismo de la tragedia del pasado domingo 25 de junio). Aunque mi hija es súper miedosa con todo lo que implique dejar el suelo firme, ella misma eligió la nave en la que nos montamos. La seleccionó porque ella decía: “es inmensa para que se hunda”. Y, bueno, para ser honestos, no era lo más grande que se veía sobre esas aguas.

Recuerdo que la música sonaba bastante duro, tanto que hablar no era la mejor opción y la gente prefería bailar. Nosotros bailamos. No vi por ningún lado salvavidas y, menos, botes para usar en caso de emergencia. Durante el recorrido, todas las personas caminaban de un lado para otro para encontrar el ángulo para sus fotos y, francamente, había muy pocas sentadas.

El viaje duró una hora y disfrutamos todo el recorrido observando las montañas verdes, los barcos de colores, las estelas que deja en el agua la velocidad de los jet ski y a las otras embarcaciones que pasaban al lado con pasajeros en el mismo plan de nosotros: de paseo.

Guardo las mejores imágenes de ese día, buenos recuerdos de un gran viaje, pero hoy, que lo pienso mejor, después del triste accidente que ocurrió, creo que fuimos demasiado irresponsables al subirnos en El Almirante sin que nadie tomara nota de que estábamos allí, porque no hubo listado ni chalecos salvavidas y nadie nos explicó las medidas básicas de seguridad. No entiendo cómo nosotros, al igual que todos los miles que nos subimos a lo largo de estos años, no pensamos en nuestra seguridad.

Es lamentable lo ocurrido, y que haya tenido que pasar para que viéramos la dimensión de algo que muchas veces dejamos en segundo plano, la lección: siempre pensar en la seguridad primero antes que en el placer. Por fortuna, hoy puedo contar esta historia que es más una sencilla reflexión sobre la importancia de revisar los detalles para evitar dolores y pérdidas.

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