Avatar, de James Cameron (2009)

Te veo… nuevamente

Mario Fernando Castaño Díaz

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Volver a Pandora después de tantos años es un viaje alucinante, es increíble sentir cómo Avatar (2009) no ha envejecido un ápice y hasta tiene la fuerza suficiente para conmover al público y competir con producciones actuales, los formatos de proyección que no estaban presentes en nuestro país como el IMAX ahora son una realidad, además su remasterización invita a los que desean vivir una renovada experiencia y a que las nuevas generaciones la disfruten como es debido. Su belleza y sencillez llevan al reencuentro con ese maravilloso mundo que seduce a percibirlo de una manera diferente, y no solo por esto, sino por el mensaje que nos deja paralelo al mundo actual y real en el que vivimos actualmente.

La exuberancia de su belleza, la perfección visual y su aparente sencillo argumento se presta para tratar muchos temas relacionados con la cinta sin hablar directamente de ella, por ejemplo, según el hinduismo, Avatar es la reencarnación de un dios, en este caso Vishnu, desde el mismo título se puede intuir el tema del cómo los seres humanos se visualizan como una raza superior por encima de cualquier ser viviente, pero a la vez brinda la posibilidad de que transmutar la esencia en un ser biológico creado artificialmente sea una nueva oportunidad de redención para la humanidad.

Otro punto difícil de ignorar es el paralelismo con la realidad y este es la depredación de la naturaleza a favor del mal llamado progreso, en donde la misión principal es conseguir a toda costa el tan preciado mineral (unobtanium) que da energía a las naves espaciales y brinda energía a gran parte del planeta Tierra. Su búsqueda y extracción conlleva a la destrucción total de todo rastro de vida incluyendo las comunidades de seres racionales que lo habitan que son los Navi´s, quienes son el foco del problema a solucionar. No podemos entonces dejar de pensar en casos como el de la Carretera Panamericana abriéndose paso con sus monstruosos bulldozers, creando heridas irreparables en el corazón de la selva amazónica a favor de un “mejor futuro para todos”.

Pero Pandora no es una presa fácil, esta luna situada en Alfa Centauri, el sistema estelar más cercano de nuestro Sistema Solar, orbita al planeta gaseoso de Polifemo. Pandora es un exuberante lugar que “es como el Jardín del Edén, pero con dientes y garras” según la descripción del director James Cameron. Su aire es irrespirable para el ser humano, allí la flora es bioluminicente en donde habitan seres hexápodos (6 extremidades) que son de una belleza indescriptible y con características únicas como los Banshees, los viperwolves, los Direhorses o el majestuoso Leonopteryx.

Avatar trata de una manera muy acertada y sutil las creencias de los Navi´s, nos recuerda a las tribus indígenas de diferentes partes del mundo que a pesar de estar tan alejadas unas de otras y no tener ninguna manera (aparente) de comunicarse, guardan un sentimiento de respeto profundo y místico hacia la naturaleza. En ella describen el cómo todo está conectado a través de una gigantesca red global que está debajo de las raíces de los árboles, allí reside una interacción que contiene todo como las neuronas de un cerebro gigante, una energía que los nativos llaman Eywa y que más allá de la ciencia ficción es un concepto que realmente existe y está comprobado por la ciencia, este es el efecto del micelio que actúa como un internet natural que lucha por mantener el equilibrio biológico en nuestro planeta.

James Cameron comenzó con el guion en 1995 y planeaba estrenar su película en 1999, pero pronto advirtió que sus ideas iban más allá que las capacidades tecnológicas de la época podían ofrecer, es por esto que se tomó su tiempo para esperar a que esta se desarrollara de la manera adecuada para que en un futuro el lugar fantástico con todas sus criaturas y habitantes fueran emergiendo desde una nebulosa hasta concretarse en pantalla, teniendo eso sí muy presente que esta luna distante no fuese ajena a los ojos del espectador y que por el contrario estuviese navegando entre lo cotidiano y lo extraño. El resultado en el público fue de opiniones encontradas, sobre todo por el guion, que algunos calificaron como una copia de Dances with wolves (1990), dato que Cameron no negó como fuente de inspiración, pero es innegable el rotundo éxito que sitúa a Avatar como una de las películas más taquilleras y premiadas de la historia del cine, su influencia cambió radicalmente nuestra manera de apreciarlo e impuso un asta muy alta a nivel de producción, la incredulidad subió de una manera rotunda a los ojos del público que se tornó más crítico y exigente.

La banda sonora estuvo a cargo del desaparecido compositor James Horner, quien ya había trabajado con Cameron en Aliens (1986) y Titanic (1997), él fue capaz de transmitir musicalmente la esencia del mundo de Avatar, no sin antes haber creado junto con el diseñador de sonido Christopher Boyes y la etnomusicóloga Wanda Bryant un nuevo idioma que se escucha en los cantos de los Navi`s, al igual que la magnificencia de los parajes, tambores tribales y redobles militares.

Los personajes son el eje principal de la historia, pero también lo es la treta, en donde la tecnología se enfrenta a la ciencia, esto formaliza una estrecha y tensa relación en sus diferentes objetivos. Se crean entonces estos avatares que como unos espías se inmiscuyen dentro de la cultura de los Navi`s para ganarse su confianza, extraer información que lleve a los humanos a conseguir el tan anhelado mineral y de paso llevarse a todas sus formas de vida por delante sin importar las consecuencias, en esta historia los villanos somos nosotros los humanos, una verdad que no se aleja de la realidad, retratándonos como los devastadores supremos que somos.

Peter Jackson, director de la saga cinematográfica de El Señor de los Anillos (2001 – 2003) y El Hobbit (2012 – 2014) se refiere al término “suspensión de la incredulidad”, en donde el espectador, por medio del tiquete de entrada al cine, inicia una especie de contrato ficticio con el director de la película, quien se compromete a brindar una experiencia en la cual todo lo que se percibe en pantalla es real y a la vez el público cumple con su parte al aceptar como una verdad absoluta todo lo que este experimente, Avatar lo logró, sin duda alguna, e incluso fue más allá. Ahora James Cameron ha vuelto a recorrer un largo camino al crear la segunda secuela de la saga que pretende ser parte de seis en total, es el turno entonces de Avatar 2: El camino del agua. La Caja de Pandora vuelve a abrirse y su reto es invitarnos a sumergirnos en una nueva aventura, hacer un segundo pacto que pretende suspender nuevamente nuestra incredulidad por el tiempo que dure la película, porque después de todo hay que ver para creer.

 

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