El hombre de acero, de Zack Snyder

Un Supermán más complejo y desconocido

Por: Oswaldo Osorio


Esta nueva versión de Supermán supera a todas las anteriores, pero a costa de parecerse a Batman. Esta paradoja parte de la naturaleza misma de los personajes, pues de los súper héroes de las publicaciones de DC Comics el murciélago es el único que tiene cierta “oscuridad” (que no fue explotada sino después de las versiones de Tim Burton), porque casi todos los demás, especialmente el Hombre de acero, están definidos por una ingenuidad y corrección política que es lo que los ha hecho, al menos en estos tiempos, menos atractivos que los héroes de la Marvel: X-Men, El Hombre Araña, Iron Man, Hulk, Thor, etc.

Por otra parte, detrás de esta nueva película está Christopher Nolan (y su guionista David S. Goyer), responsables de la última trilogía de Batman, que es, sin duda y casi por consenso, el más alto nivel al que ha llegado la adaptación de un cómic al cine. El problema es que Nolan haya querido repetir la fórmula en El hombre de acero, seguramente para darle la profundidad y complejidad sicológica que nunca ha tenido (al menos en cine), entonces le da una infancia con problemas de identidad, lo pone a recorrer el mundo en el anonimato y lo enfrenta con dilemas morales y sicológicos inéditos en este personaje.

Es cierto que con esto el súper héroe y su historia ganan hondura y resultan más atractivos, pero pagando el precio de perder un poco la identidad que históricamenteha tenido. Además, todo ese esfuerzo se pierde un poco cuando en la trama se cruza Lois Lane y El Planeta, pues la candidez e ingenuidad propia del cómic original afloran nuevamente. Y al parecer eso se verá más en la ya anunciada segunda parte, cuando el Clark Kent periodista sea también protagonista.

Pero esta película, además de la concepción de la historia y del personaje, tiene otro importante componente: el diseño visual y las secuencias de acción. En esta parte ya entra a figurar es el director Zack Snyder, quien con cintas como 300, Watchmen y Sucker Punch ha demostrado su habilidad para crear universos visuales cargados de fuerza épica, así como secuencias de acción definidas por la precisión y la grandilocuencia.

Y efectivamente, en El hombre de acero se pueden ver estas virtudes del director, y la película de principio a fin es un espectáculo visual y sonoro que, en general, deja satisfecho a cualquier fanático del cine de acción y de superhéroes, pero también es cierto que es más el ruido estéril (visual y sonoro) a la hora de todo esto ser significativo para la trama, y eso se ilustra muy bien con la confrontación final, un tedioso combate que es tan gratuito en su desarrollo como en su resolución.

De todas formas estamos frente a un Supermán, aunque cambiado,  inédito, y esto se debe a que detrás de él están los realizadores más habilidosos del momento en este tipo de cine. Así que la clave para disfrutar esta película es no ser muy severos con ella, porque está fundada en unas contradicciones entre su forma, fondo y la tradición del personaje que no admiten muchas exigencias de rigor y solidez.

Sucker punch, de Zack Snyder

Chicas guerreras y nada más

Por: Íñigo Montoya

Si uno lee la sinopsis de esta película, puede resultar una idea atractiva e interesante. Hay un hospital mental, un burdel-prisión, batallas en guerras de distintas épocas, mucho rock, realidades paralelas, mundos imaginarios… Pero no, en realidad, se pasa de “interesante”, pues ya la mera enumeración de elementos tan disímiles la hacen una historia excesiva, por no decir disparatada.

Y efectivamente, toda esa historia de la chica metida en un hospital mental, pero que imagina que está en un burdel, pero que se transporta a guerrear en audaces batallas con sus sensuales compañeras, es una acumulación de recursos gratuitos y giros forzados con la única intención de soportar las secuencias de acción, llenas de efectismo y visualidad, que más parecen el intro de un video juego.

Y no es que esté en contra del cine de acción, pero es que a esta cinta se le pasa la mano al subordinar todo a la glamurización de la acción. Pareciera que solo le interesa acomodar el relato de la forma más fácil para que dé lugar a ubicar a las cinco chicas sensuales, bien armadas y ejecutando las más inverosímiles y audaces acciones, que poco tienen de tensionantes porque todo se les da muy fácil.

Es cierto que como es una película a la que tanto le interesa la concepción visual (su director es el mismo de 300 y de Watchmen), tiene un acabado muy atractivo, unas imágenes impactantes y momentos de verdadera brillantez visual, pero todo se queda en el exhibicionismo.

Es que ni siquiera la buena música que acompaña las secuencias de acción termina por convencer, pues todas son muy buenas y hasta conocidas canciones de rock, pero ninguna de ellas en su versión original. Se escucha durante la película canciones de Pixis, Björk, Eurythmics, The Beatles, Jefferson Airplane… pero cantadas por otros, maldita gracia.

Los vigilantes, de Zack Snyder

Un cómic para adultos

Las adaptaciones de cómics están de moda. El éxito de los Batman de Tim Burton a principios de los noventa es una razón, pero la principal es la explosión de la imagen digital en el cine, la cual permite crear esos universos y sus poderosos personajes de los cómics como nunca antes había sido posible.

Entre todas esas adaptaciones hay de todo, desde bazofias como Los cuatro fantásticos, populares superproducciones como X-Men y El Hombre Araña, hasta complejas y adultas cintas como Los vigilantes (Watchmen), un exitoso cómic que no se limita, como la mayoría, a contar una historia de acción y aventuras protagonizadas por héroes unidimensionales.

Desde su planteamiento ya se evidencia la inusual propuesta de este cómic de Alan Moore y Dave Gibbons: súper héroes humanos, un tiempo alternativo (mediados de los ochenta con Nixon de presidente y la inminente amenaza atómica) y una visión del mundo oscura y caótica, donde estos súper héroes también se muestran atribulados, amorales y hasta decadentes.

Con ese material el director Zack Snyder, que hace poco ya nos había sorprendido con la adaptación de otro gran cómic (300), crea una historia compleja y opresiva, en la que no hace concesiones al género, por lo que no le teme a dedicarle más tiempo a la construcción de personajes y sus relaciones con ese nefasto universo, antes que abandonarse al efectismo de las secuencias de acción y las confrontaciones.

La película está cargada de referentes de la cultura popular y de la historia norteamericana. Si bien las películas futuristas son las que siempre comentan y critican el estado de cosas actual, este recurso de crear un tiempo paralelo resulta también muy revelador: ¿Cómo sería la historia con Nixón (aquí con su larga nariz de Pinocho) mangoneando el mundo? ¿Qué pasaría si la guerra nuclear fuera una posibilidad cercana?

Por último, en su aspecto visual, como es natural dado su origen, esta película resulta realmente atractiva y se constituye en un valor por sí solo. La ambientación, las atmósferas creadas, los encuadres heredados de la estética del cómic, todo está en ella concebido para ser un espectáculo visual y plástico. Es una película que por momentos se atasca en su farragoso guión, pero en definitiva se trata de un filme verdaderamente estimulante, a todos los niveles. 

I.M.