Más del 25 % de la población mundial tiene hoy menos de 14 años. Son ellos los que vivirán toda su etapa adulta asumiendo las consecuencias del cambio climático si la humanidad no logra revertir el fenómeno durante esta década, y serán además los encargados de garantizar que no se cometan los mismos errores que llevaron a que hoy se necesiten 1,75 planetas para solventar las necesidades de los seres humanos, un sobregiro ambiental que según Global Footprint Network, viene incrementándose de manera exponencial desde hace dos décadas.
Por eso uno de los grandes debates que plantea actualmente la Unesco es cómo educar a los estudiantes ante la crisis climática, sin abrumarlos, sino promoviendo en ellos la reflexión y soluciones para afrontarla.
Según el informe de la Unesco “Educación en las escuelas sobre cambio climático (2019)” la mayoría de los países tienen pilotos viables y proyectos educativos de colegios que han incorporado enseñanzas con asignaturas específicas o las han planteado de manera transversal en sus currículos. Sin embargo, concluye que falta masificación sobre educación en cambio climático y también documentación de los procesos realizados en diversos establecimientos educativos que sirva como referencia o punto de partida para proyectos a escala nacional.
El estudio además señala que el aprendizaje cognitivo, es decir, la incorporación de los conocimientos sobre el clima, sigue siendo prevalente por encima de los aprendizajes sociales, emocionales y los comportamentales, por lo que invita a las instituciones a seguir fomentando espacios más vivenciales.
“En muy poco tiempo las escuelas pueden ejercer un papel de agentes de cambio que sirva para motivar y capacitar el comportamiento de los estudiantes y que estos tomen medidas en favor del planeta”, concluyó Sabine Detzel, coordinadora internacional de la Red de Escuelas Asociadas de la Unesco que desarrolló entre 2016 y 2018, con 258 centros educativos de 25 países, un programa piloto para integrar la sostenibilidad en la vida escolar, incluida la acción vinculada al clima, a través de componentes como gestión de desechos, producción agrícola, manejo del agua, hábitos para garantizar la salud propia y del entorno y conciencia ambiental.
En Colombia, la Ley General de Educación establece la obligatoriedad de que los establecimientos educativos desarrollen los PRAE –Proyectos Ambientales Escolares– que son estrategias pedagógicas para promover el análisis y la comprensión de las problemáticas ambientales, desde lo local hasta lo nacional.
Sin embargo, María Alejandra Téllez, premio nacional del Talento Joven por Bogotá, otorgado por el despacho de la Primera Dama y la Consejería Presidencial, sostiene que el país tiene que avanzar, vía legislativa, hacia la inclusión obligatoria del cambio climático en los planes de estudio en los más de 13.000 colegios que existen en Colombia.
María Alejandra es la cofundadora de Climalab, una organización que busca desarrollar iniciativas y proyectos socioambientales para empoderar a las comunidades respecto a los retos que impone el cambio climático.
A través de Climalab, María Alejandra y su equipo de trabajo crearon el proyecto Colegios al Clima con el País, el cual ya tiene experiencia en dos colegios de Bogotá y espera ampliarse a todo el país.
“Con Colegios al Clima con el País hacemos un acompañamiento técnico a los procesos académicos y administrativos para que puedan emprender acciones que, desde su entorno educativo, aporten acciones concretas al numeral 13 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se formen líderes y activistas con capacidades, habilidades, conocimiento y pensamiento crítico”, explica. (Ver módulos).