Los hermanos Daniel y Fredy Rendón Herrera son protagonistas del conflicto que ha desangrado a nuestro país. Ambos pertenecieron a las Auc, atormentaron a miles de víctimas y sobrevivieron a múltiples batallas, pero una visión diferente de la guerra terminó llevándolos por caminos distintos. Hoy uno está en la cárcel, mientras el otro disfruta la libertad.
Su lucha comenzó en su pueblo natal, Amalfi, Antioquia, donde a principios de los 80 las Farc y Eln estaban en proceso de reclutamiento de jóvenes.
Los Rendón eran una familia campesina y su patriarca no iba a entregarle ninguno de sus 14 hijos a las insurgencia. Se fueron desplazados a Medellín, donde no lograron adaptarse. Fredy y Daniel regresaron al campo y eligieron integrarse a las nacientes Auc, lideradas por otro clan de Amalfi: los Castaño Gil.
A Fredy, alias de “el Alemán”, le correspondió ser comandante del bloque Élmer Cárdenas; y a su hermano mayor, “don Mario”, le asignaron ser cabecilla del bloque Centauros. Cada uno se abrió paso en el mundo delictivo, hasta que llegaron las negociaciones con el Gobierno (2003), donde el destino los llevaría por rumbos separados.
En una entrevista con EL COLOMBIANO (28 de septiembre), “don Mario” relató que durante las conversaciones de paz se formó una disidencia, la cual consideraba que el Gobierno estaba incumpliendo los acuerdos.
El grupo era liderado por Vicente Castaño, quien tomó la decisión de rearmar a los paramilitares. Convocó a varios cabecillas, incluyendo a “don Mario”, y formó una nueva facción que en el futuro se autodenominaría Autodefensas Gaitanistas de Colombia, aunque también hoy le dicen “los Urabeños” y “Clan Úsuga”. Al morir Castaño en 2007, la comandancia del grupo la asumió “don Mario”.
Su hermano, en cambio, siguió las indicaciones del Gobierno. Entregó las armas, prometió no delinquir más y contribuir con la verdad y la reparación. Mientras Fredy asistía a versiones libres, en las que confesaba 5.000 delitos, Daniel lideraba una organización que le hacía la guerra a cualquiera que se opusiera a su expansión territorial.
En 2009 la Policía capturó a “don Mario” y E.U. lo pidió en extradición. La Fiscalía logró que lo expulsaran del programa de Justicia y Paz y terminó con una condena de 33 años, por la masacre de 5 personas en Turbo.
Fredy pasó más de ocho años en prisión. Cumplió los requisitos del programa de Justicia y Paz y obtuvo una pena alternativa, por lo cual salió en libertad el pasado 30 de julio.
Para “don Mario”, las autodefensas no se acabaron, solo cambiaron de nombre. “Las organizaciones que llaman bacrim o ‘Clan Úsuga’, no existen. Lo que existe es una organización de autodefensas que siguió en armas, que venía de las Auc, por el incumplimiento del Gobierno de los puntos que se trataron en Santa Fe de Ralito”, insistió en la entrevista, realizada en el búnker de la Fiscalía, en Bogotá.
Otra cosa piensa Fredy. El 17 de septiembre asistió como panelista al foro “Ley de Justicia y Paz: de Ralito a La Habana”, realizado en el Museo Casa de la Memoria de Medellín. Allí habló de “las extintas autodefensas”.
Aunque su hermano es reiterativo en decir que el Gobierno los traicionó, “el Alemán” narró que ese tiempo en la cárcel le sirvió para cambiar. “No comparto las voces que dicen que el proceso fue fallido”, indicó.
A “don Mario” le preguntamos si se arrepentía por no haber elegido el camino de Fredy, pues mientras este gozaba la libertad, él tenía una sentencia de tres décadas y un pedido de extradición. Respondió que admiraba a su familiar y, concluyó: “Es distinto. Fredy tenía un bloque de Autodefensas y se desmovilizó, pese a que lo traicionaron. Yo no fui independiente, pertenecí a la organización de Vicente Castaño, fui subordinado y por eso obedecí órdenes y seguí en la lucha”.