Para Sebastián*, de siete años, la celebración del Día de la Madre se volvió sinónimo de tristeza. Es el mismo día que, por un feminicidio, se conmemora la muerte de su madre, Érika Aponte, quien fue asesinada este domingo por su expareja en un importante centro comercial al norte de Bogotá.
Érika –así escribía su nombre– tenía 26 años, era muy trabajadora, usaba moto y era hincha del América de Cali. Era la subadministradora en la sede de Jenos Pizza de Unicentro y llevaba un par de semanas de haberse separado de Christian Camilo Rincón Díaz, de 30 años.
Eran las 5 de la tarde del domingo 15 de mayo de 2023 y el flujo de gente en el centro comercial, como de costumbre un Día de la Madre, era alto. El café Juan Valdez de allí lo evidenciaba porque todas sus mesas estaban ocupadas. De repente, cuentan testigos que registraron lo ocurrido en sus celulares, se escucharon varios impactos de bala. ¡Pum, pum!, se oyó. Después, todo fue caos.
La gente corría asustada a resguardarse y otros, los que vivieron el suceso a pocos metros, atinaron a lanzarse al piso y cubrirse entre sí. Un hombre, Christian Rincón, acababa de dispararle a Érika y, después de intentarlo dos veces, se disparó en la cabeza.
Ella murió al instante y él, ya este lunes en la Clínica Santa Fe, también falleció. La Policía, así como testigos y allegados de Érika, dan indicios de que se trató de un caso de violencia basada en género llevado a cabo en su peor expresión: el feminicidio.
Una medida insuficiente
Érika y Christian llevaban una relación de once años y en 2016 tuvieron un hijo. Según le contó a Noticias Caracol una amiga cercana a ella, desde que estaba embarazada este hombre empezó a maltratarla física y psicológicamente.
Lo último que supo de Érika fue que tres semanas atrás había decidido terminar su relación con Christian por una infidelidad. Sin embargo –como en los casos de violencia machista–, él se negó y empezó a hostigarla. Tanto así, que el pasado 11 de mayo llamó a la línea “llamada de vida” de la Secretaría de Integración Social para contar la amenaza constante que sufría, según confirmó la Personería de Bogotá.
Con la llamada, se le otorgaron medidas de protección provisionales, pidieron acompañamiento de la Policía de Soacha –donde vivía con su padre– y se dio aviso a una Comisaría de Familia.
Aún así, estas medidas quedaron en nada y la vida de una mujer se perdió a manos de un feminicida.
Este caso se suma a los 12 feminicidios que han ocurrido en Bogotá en lo que va del 2023, según la Secretaría de la Mujer, y 21, según la Personería de Bogotá. Entre tanto, cifras de la Red Feminista Antimilitarista hablan de 133 feminicidios en el país en los primeros tres meses del año, siendo Antioquia (19), Bogotá (17) y Valle del Cauca (13) las zonas con más casos. Mientras, los datos de la Fiscalía General señalan que en 2023 se han interpuesto 129 denuncias por este delito, cuya mayoría de casos se han radicado en Valle del Cauca, Antioquia y Atlántico.
La respuesta institucional
El alcalde (e) de Soacha, Alejandro López, y la secretaria de Desarrollo Social, Ana Lucía López, expresaron que se le prestó atención a Érika, pero que “el crimen se cometió en Bogotá” y que no evidenciaron que le notificaran a la Policía de la capital para que se le diera la medida de protección en su lugar de trabajo.
“En este caso la Comisaría debió haber hecho efectiva la medida de protección y activar una estrategia para informar al entorno laboral de ella sobre la situación que vivía. Es ridículo ver a las instituciones lavándose las manos que porque el caso sucedió en Bogotá”, expresó la directora de la Red Feminista Antimilitarista, Estefanía Rivera.
A su vez, la magíster en estudios de Género y profesora de derecho, María Alejandra López, dijo que en la implementación y efectividad de las medidas de protección “hace falta presupuesto para lograr un cobijo más grande de las casas de refugio o lo que le pasó a Érika: no es solamente que vaya al refugio, sino cómo también las medidas tienen en cuenta la autonomía económica de las mujeres”.
La historia de este crimen recuerda al feminicidio ocurrido en el centro comercial Mayorca en Sabaneta (Antioquia), donde un hombre de 68 años asesinó a su excompañera sentimental, Maryori Muñoz, con una sustancia tóxica polvorienta que le arrojó en la cara y luego murió en un centro médico.
Al igual que Érika, Maryori padeció amenazas por parte de su asesino tras terminar la relación y también el caso llegó a una comisaría de familia de Medellín.
Y los casos de cientos de mujeres más, que reflejan que el Día de la Madre es una celebración históricamente marcada por asesinatos –aunque la Policía señala que los casos bajaron en un 43 %– y que la violencia contra la mujer es una problemática a la que le hacen falta soluciones ejecutables.